sábado, 26 de enero de 2019

[Historia corta – Queer] ‘El papá ganso’ de Krys Lee

Título: The goose father / El papá ganso
Incluida en la colección: Drifting House (2010)
Editorial. Viking Penguin
Autora: Krys Lee
Tipo: Historia corta
Libro de venta en Amazon, Google Play.

Sinopsis: Gilho es un hombre de cuarenta años, cuya familia emigró a América. Tiempo después, él decide poner un anuncio y así recibe a un joven en su departamento como nuevo inquilino.

* * *

Incluso después de que Soonah y sus dos hijos se marcharon de Seúl hacia Boston, Gilho Park negó que él mismo fuera lo que los periódicos llaman “papá ganso”, uno de aquellos hombres que fielmente envían dinero a su familia que vive en el extranjero. Los originales papás ganso, término que ilustra sus viajes de un país a otro, eran los hombres coreanos reclutados o voluntarios como soldados mercenarios por el ejército de Estados Unidos en Vietnam, y que enviaban sus salarios de vuelta a sus familias. Pero en aquel entonces había muy pocos trabajos y existía un panorama nacional de pobreza. Gilho no era un ganso, él estaba completamente inmóvil. Él era un exitoso contador que no se asociaba a sí mismo con los mercenarios en Vietnam, mucho menos con los llamados papás ganso reducidos a comer ramen para la cena; aquellos hombres tan deshonestos que tenían otra mujer en ausencia de sus esposas, hombres que colapsaban por un ataque cardíaco, exhumados semanas después de sus casas por sus vecinos, hombres que eran menos que hombres en su soledad. A diferencia de aquellos padres, la ausencia de su familia hacía de Gilho aún más distinguido y correcto. ¿Sexo? Nunca había entendido por qué tanto alboroto. ¿Y qué pasa con los gastos de manutención de Juhno, su hijo de diez años, y su hija, Jinhee, quienes se encuentran en escuelas privadas, así como la matrícula escolar de inglés que hizo apta a su esposa para una visa de estudiante? Él había tenido la previsión de un hombre formado-por-sí-mismo, y por ello había hecho buenas inversiones antes de la crisis financiera del país en 1998.

Aún así, a pesar de los libros que finalmente tenía tiempo de leer y el piso impecable que podía mantener, la soledad le hacía sentir como si fuera un hogar tambaleante sobre un acantilado en erosión. Tenía miedo de la propia tranquilidad de su departamento, y recurrió a hacer llamadas a sus amigos mientras se movía de una habitación a otra que le rebatía con su vacío. La noche que despertó abrazando el sucio guante de béisbol de su hija decidió poner un alto a este sinsentido. De esta forma, seis meses después de haberse separado de su familia, colocó un anuncio y entrevistó a distintos candidatos para entonces asentar a un inquilino, un chico que parecía tan solo como Gilho.

La siguiente semana, cuando Gilho llegó a casa, el inquilino estaba sentado sobre el tapete de la puerta. Tenía dos maletas apiladas frente a sí y en sus brazos un ganso del tamaño de un gato domestico sobrealimentado. Era un ganso de entre todos los animales, era como si el chico se estuviera burlando de Gilho. El ave se movió y reveló una mancha de pintura blanca a lo largo de su pecho color estiércol, como si Dios —aunque Gilho ya no creía en Dios— hubiera errado su brocha.

Gilho pasó de largo junto al desgarbado muchacho y abrió la puerta, pero Wuseong gateó hasta su pie y le agarró el hombro con su mano libre. Gilho estaba por echarlo, terminar con su acuerdo, pero se congeló al ver los ansiosos labios de capullo de rosa del chico, la cicatriz cual aguja de pino que tenía en la barbilla, y su cabeza afeitada como de monje. De alguna forma, a pesar de la mugre del ganso, el chico logró verse muy limpio. Él era casi demasiado hermoso para ser un hombre, pensó Gilho antes de escapar dentro del departamento.

En el umbral, el chico se quedó titubeante y miró impotente la sala tan blanca como un museo; era justo como Gilho había sido veinte años antes cuando él, hijo de un granjero de la isla de Geoje, estuvo buscando un alojamiento barato. Él fue el primero en la familia que asistió a la universidad, y el primero en su aldea en ser aceptado por la Universidad Nacional de Seúl, la institución más prestigiosa del país. Su padre había matado dos cerdos en honor de Gilho y celebró una fiesta para la aldea, terminando con colocar una enorme pancarta donde anunciaba los logros de su hijo. Gilho había sido un estudiante serio, temeroso de fallarle a su familia, abrumado por la gratitud cuando una chica popular y de familia acomodada, estudiante de su campus universitario y quien ahora era su esposa, comenzó a prestarle atención. Pero con el paso de los años, había extirpado al joven campesino, eliminando sus rastros provinciales y habiéndose acostumbrado a este nuevo él.

“Este ganso... no mencionaste a este ganso,” dijo Gilho. “¿Sabes cuantos gérmenes tiene? Va a atestar mi casa.”

“Park ajeoshi.” La forma del chico para dirigirse a un hombre mayor era tan flexible como pasteles de arroz recién hechos. Él apretó al ganso contra su delgaducho pecho, y sus ojos se abrieron ampliamente con alarma. “Oh, no puede rechazar a un ganso con solo una ala buena... ¡ella acaba de encontrarme! Es como Superman sin su capa. Como el general Yi-Sun sin su Barco Tortuga. Juro que se quedará afuera en el balcón.”

Gilho había aceptado por adelantado un mes de renta. En el balcón estaban sus valiosas hortícolas, pero él no era alguien que quebrantara sus promesas. Se hundió en el sofá de piel.

“Puse un anuncio para un inquilino y conseguí una sucia ave.”

Wuseong acarició al ganso con sus largos dedos de pianista. Como un animal domesticado, el ganso descansó su cabeza contra el delgado pecho del chico. Entonces el chico se dirigió hacia el balcón, deslizó la puerta de vidrio y depositó al ganso en medio de las plantas de Gilho. El ganso estiró su corto cuello de tubo y desapareció detrás de una pálida fronda. Después de despedirse ondeando su mano, el chico levantó sus maletas y las depositó en la habitación vacía. Regresó encorvado, dando vacilante un paso a la vez, muy diferente a la forma en que Gilho se había convertido: un hombre acostumbrado a abrirse paso, acostumbrado a hacer demandas.

“Por favor, ajeoshi,” dijo Wuseong. Se sonrojo como un recién casado. “Son las ocho de la noche y no tenemos otro lugar a dónde ir.”

Ellos eran un par incongruente: un hombre cuya mirada no parecía captar nada más de lo necesario, cuyo simple caminar era eficiente y con propósito, el tipo de hombre que parecía haber salido del vientre de su madre completamente formado. Mientras que cuando Wuseong caminaba, este se tambaleaba como un tallo de frijol, su hablar se mecía precariamente entre pereza y pánico. Observaba con asombro como Gilho completaba cincuenta flexiones al tiempo que leía un periódico extendido en el liso suelo.

Gilho se levantó, su respiración tranquila como si su cuerpo hubiese estado en descanso.

Dijo, “Si esa ave se come mis plantas, mañana se irá de inmediato.”

“Buenas noches, mi ajeoshi.”

Gilho negó con la cabeza y se dio la vuelta. Exactamente a las seis de la mañana siguiente, Gilho se dirigió al balcón sosteniendo una humeante taza con té verde. Él había cultivado, entre otras plantas, cactus, especializándose en especímenes del Valle de Tehuacán, México, los cuales mantuvo en calor a lo largo de los crudos inviernos con ayuda de una unidad de calefacción especial. Durante una década, cada mañana había encontrado refugio en este bosque de cactáceas, donde, antes de enfrentarse a sus deprimentes responsabilidades, leía en voz alta media docena de sijo (poemas clásicos de tres líneas) que le hacían estremecer por su belleza. Pero cuando deslizó la puerta de vidrio, el ganso fijó sus ojos gelatinosos sobre él y enseguida graznó. El ganso se encontraba descansando sobre un estante junto a una maseta de Aloe bellatula. Alarmado, Gilho puso sus brazos sobre el ganso. Un ala se arrastraba torcida como si estuviera rota y la otra se agitaba como un sucio paracaídas blanco, misma con la que le pegó en el rostro.

Gilho escapó del ganso lleno de energía, el más estúpido de todas las aves. Gilho era un contador de cuarenta y seis años, una edad y profesión que en su sociedad exigía respeto. Había renunciado a muchísimas posibilidades de sí mismo con tal de rescatar a sus hijos de los exámenes universitarios del infierno realizados en Corea y a su esposa de la creciente ansiedad de la enfermedad educativa; y sin embargo, el chico se atrevió a burlarse de este denominado padre ganso con un verdadero ganso. ¡Él se merecía algo mejor que esta burla!

Fue tras Wuseong.

Wuseong estaba en la cocina lanzando en el aire una tortilla de cebolletas. Sus movimientos eran lánguidos y confiados. Como todos ellos, era una persona diferente cuando estaba solo. Al ver a Wuseong con el paño para lavar sobre su cabeza, como si se tratara del gorro de un chef, y con su singular placer sobre los bordes dorados de la tortilla, Gilho olvidó su enojo.

“¡Sorpresa!” dijo Wuseong. “No ha tenido desde hace tiempo una comida casera, estoy seguro.”

Desde que Soonah se fue, Gilho había recurrido a comprar huevos y tostadas o un rollo de kimbap en puestos de vendedores; viendo que la comida humeante le hacía sentir sentimental. Esto también fue incómodo, ver a un hombre interpretar el papel de una mujer.

“Pero... no tengo nada para ti,” dijo.

“¡Puede escribirme un poema!” Wuseong se veía esperanzado.

Gilho sintió un dolor fantasma ante la palabra. Poema. Habían pasado años desde que alguien habló con él sobre poemas. Él formó parte del club de literatura en el campus universitario; algunos de aquellos amigos se habían convertido ahora en los escritores más emocionantes de Corea, pero mientras que ellos se arriesgaron y lucharon, él se construyó una fortaleza de seguridad y aceptó los cambios que se le impusieron.

“¿Cómo sabes que yo escribo-escribía poesía? Nadie sabe eso de mí.”

El chico volteó la tortilla una vez, dos veces, antes de decir, “Leí su primer libro de poemas.”

“Mi único libro de poemas.”

“Su único libro de poemas.” Juntó sus manos en un tipo de oración. “Busqué y busqué... ¿por qué no hay un segundo libro?”

“No tuve dentro de mí un segundo libro... solo hubo un primero,” admitió. “Así que, ¿por qué fuiste y me encontraste? ¿Para ver qué está haciendo actualmente este viejo dinosaurio que alguna vez escribió unos cuantos poemas?”

“Sí.”

“Bueno, pues ya lo sabes. Ahora es un contador con una familia que se encuentra lejos y que lee más de lo que debería.”

Ajeoshi, no se enoje.” Sus manos revolotearon, con gracia y nerviosismo. “Esos poemas me han formado.”

Gilho no estaba enojado, solo avergonzado.

Wuseong inhaló el fuerte aroma del pescado y el estofado de pasta de frijol, “Debería comer.”

Gilho obedeció y probó el típico desayuno de una familia: tallos de ajo salteados, los vegetales y raíces hervidas y sazonadas eran ricas en sabor; el abadejo estaba asado en un tono dorado; el vaporoso guisado de dwenjang tenía una base compleja hecha de anchoas, ajo, algas marinas y setas que con el tiempo cambió sobre la lengua. La comida, haciendo lo que solo la buena comida era capaz, le ayudó a relajarse.

Gilho bajó sus palillos, “Puedes abrir un restaurante.”

Wuseong rió suavemente y se llevó dos dedos a los labios.

“Eso nunca pasará. Desprecio a las personas, pero me gusta cocinar para usted.”

Gilho se giró con timidez, “Nunca había escuchado algo tan extraño.”

“Bueno, no realmente odio odio a las personas. Soy demasiado melodramático,” dijo Wuseong, y sonrió. “Es un defecto de carácter. Tengo muchos de ellos.”

Se volvió a sentar con delicadeza, como si temiera que su peso pudiera romper la silla. Pero solo fue el tiempo suficiente para succionar un grano de arroz de sus palillos antes de levantarse nuevamente. Puso a un lado un tazón con lechuga y semillas, adhirió una margarita de plástico en una hoja y entonces admiró el efecto. Gilho observó como el chico caminaba de puntillas hacia el balcón para alimentar al ganso con lechuga fresca y papas en trozos; su pico, con franjas color naranja y del tamaño de un palustre para niños, se abalanzó como si fuese a besar la palma del chico.

Viendo al chico, Gilho se sintió un poco mareado. Wuseong no pertenecía a categoría alguna de las personas que él reconociera, y esto perturbó el orden de su mundo difícil de ganar.

Cuando Wuseong regresó con el ganso en un brazo, Gilho empujó su silla hacia atrás y tomó su portafolio, masticando aún la última cucharada de arroz. Dijo, “Gracias. El desayuno fue vasto, pero no lo vuelvas a hacer.”

El chico luchó por mantener su sonrisa; Gilho se detuvo en seco. No tenía la intención de ser poco amable. Durante la entrevista, supo que la madre del chico había muerto debido a insuficiencia renal; mientras que su padre, había perdido contacto con el joven desde hacía años. Solo quedaba el ganso.

Dijo, “Quiero decir, no quiero que pierdas tu tiempo.”

Wuseong se iluminó con tímido encanto; como un joven no acostumbrado a la amabilidad, era fácil de complacer. Él gritó gracias y se lanzó hacia el frente de forma tan peligrosa que Gilho dio un paso hacia atrás para escapar del abrazo. El chico agitó frenéticamente su mano libre en el aire como si Gilho fuese a embarcarse en un largo viaje.

A lo largo del mes siguiente, Gilho supo que Wuseong no solo era hábil cocinando y un domador de vida silvestre, sino que además, se trataba de un fotógrafo experto, un coleccionista de hechos inútiles y recónditos, un tres-veces empleado del mes en Lotteria Burgers, y un director amateur que había filmado dos cortometrajes, por encima del promedio, con una videocámara prestada, cada uno hecho por menos del precio de una taza de café. Pero las inmoderadas pasiones de Wuseong le hicieron presa del pánico. En la noche, Gilho le escuchó tener una perturbadora plática entre sueños, algunas veces llorando, su voz resonaba en el silencio. Pasó semanas pintando cajas en miniatura que más tarde tiraba. Todos sus amigos cercanos, él dijo, estaban en la cárcel; Gilho no preguntó nada más sobre el tema. Quizás fuese debido al caos en su vida pasada, que Weuseong parecía deleitarse con la solidez de Gilho. Todo lo que era ordinario sobre Gilho —masticar una manzana veinticinco veces por cada bocado, leer mientras se secaba el pelo con la secadora— era admirable para el chico, era misterioso. En cuanto a Gilho, él con frecuencia se encontraba en el trabajo preguntándose sobre este chico quien no ocultaba su incertidumbre, sus ansias por complacer, su pobreza, todo lo que Gilho había trabajado arduamente por esconder. Era como si la única cosa que él supiera era ser genuino.

Una mañana se encontró con Wuseong hablando con el ganso.

“Él es tímido, mi ajeoshi,” dijo el chico.

Mi ajeoshi. Esta vez, el uso del pronombre posesivo le hizo a Gilho sonrojar. Él dijo, “¿Y ahora sabes cómo interpretar lenguaje de ganso?”

El chico se volvió radiante, “Ella no es un ganso, es mi mamá.”

“¿Tu mamá?”

Sacudió su cabeza para reír, pero se detuvo cuando el chico desapareció detrás de una maceta con cactus.

“Y exactamente, ¿qué es lo que tu mamá te dijo?”

“Aún estoy aprendiendo a entenderlo yo mismo.”

“Comienzo a ceder, traigo a casa bolsas de ensalada picada y semillas de girasol para el ganso, ¿y tú comienzas a ver a tu mamá?”

El chico salió repentinamente detrás de un cargado grupo de cactus con espinas. “Ella me prometió que volvería, y lo hizo. Eso es lo que importa.”

Gilho negó con la cabeza. Dijo, “No, eso es imposible.”

Las nerviosas manos del chico acariciaron el músculo del cuello del ganso; este se inclinó hacia el chico, sometiéndose a su cuidador.

Gilho se embarcó en una incómoda conversación sobre el ciclo de la vida y la muerte. Intentó ser lo más gentil posible. ¿Dios? ¿Alá? ¿Buda? ¿Mudang? Wuseong se retiró hacia la esquina de los helechos. Le dijo al chico que todas las religiones eran trucos antiguos que tenían como objetivo despojarte de tu dinero, como si el chico tuviera doce años y no veintidós. “Desearía que tuvieras razón, pero esta no es la respuesta,” concluyó Gilho. “Al final, un ganso es solo un ganso, sin importar lo que quieras que sea.”

Los grandes ojos del chico se asomaron por sobre los helechos, su expresión burlona y poco convencida. Simplemente dijo, “Le haré creer.

“Creo en ayudar a las personas,” dijo Gilho. “En la responsabilidad. En la familia. Y en nuestro país. ¡Pero este es solo un ganso!”

“No necesita justificarse.” El chico sonrió con el tipo de sonrisa que hizo que el rostro de Gilho se acalorara. “Está diciendo esto porque se preocupa por mí. Eso me hace feliz.”

Todo lo que sabía era que Wuseong no le dejaba solo. Después del trabajo o los ensayos sobre una adaptación en comic de Hamlet (Gilho no sabía que eso fuese posible), el chico volvía directamente a casa y ponía nervioso a Gilho al patinar por toda la cocina con esponjas enjabonadas atadas a los pies mientras repetía incansablemente antiguos sutras budistas sobre la reencarnación, lo cual forzó a Gilho a, como un niño, taparse los oídos con las manos. Aunque la mayoría de las veces Gilho pasaba la tarde escuchando a Wuseong leer en voz alta sus poemas favoritos; el chico, para agregar algo más a sus prodigiosos talentos, tenía una voz con un claro tenor como la campana de una iglesia. En otra ocasión, Gilho llegó a casa y encontró dormido a Wuseong, acurrucado en el piso de madera sin una almohada o una manta, sin una colchoneta bajo él, y cuando Gilho le despertó, el chico le miró directo a los ojos y dijo, “A donde sea que voy, un camino,” antes de inmediatamente volver a dormir. La línea le recordó a Gilho que a él, finalmente, le había faltado la valentía de confiar en la persona que había querido ser; se alejó para recuperarse del vértigo. Cuando le habló a Soonah de la extrañeza del chico, ella le dijo razonablemente (ella siempre era razonable), “¿Por qué no buscas otro inquilino?”

Gilho solo pudo preguntarse la razón. En un país en donde un título universitario te hace respetable, el chico había dejado la escuela porque no le enseñaba nada. Él tenía ambiciones teatrales; criaba animales lisiados por diversión. Su idealismo no podría durar. Pero ¿que podría haber pasado si Gilho no se hubiera casado ni se hubiera apresurado en proveer a Soonah con la vida que ella y los padres de ella, lo que todos, esperaban, si él no hubiera sido tan susceptible a su miedo al riesgo, el fracaso, a la mirada de los demás, todos los miedos que eran suyos?

Dos meses después de la estadía del chico, Gilho fue persuadido a visitar un karaoke local con Wuseong. Había llegado a casa sollozando sobre un documental sobre el destino de las ballenas y los kril, y en un apuro, Gilho se ofreció a animarlo.

La sala de karaoke estaba iluminada con las luces de navidad del año pasado.

“Así que ¿quieren una sala por una hora?” Una mujer se inclinó sobre el contador, atacando la estética de Gilho con sus monstruosidades de silicón.

Wuseong asintió, chocando suavemente contra Gilho mientras su cuerpo se balanceaba con una música silenciosa. Siguió diciendo, “Nos estamos divirtiendo mucho,” después del soju que habían compartido justo antes en la tienda de bebidas. De alguna forma, esta amistad con un chico de la mitad de su edad se había vuelto posible, aunque personas con dos años de diferencia entre sí se llamaban el uno al otro “superior” o “subordinado” estos raramente eran amigos. Sin embargo, Wuseong no tenía barreras; él era demasiado ingenuo, pensó Gilho, demasiado confiado, y se encontró a sí mismo preocupado sobre cómo lo lastimaría el mundo.

A ambos les asignaron una sala que tenía un ligero olor a calcetines de gimnasio. Tan pronto como la puerta fue cerrada, Wuseong abrió su enorme mochila y sacó al ganso. Le dijo a Gilho que no se preocupara porque en esta sala de karaoke las personas hacían lo que quisieran, pero aún así, Gilho se preocupó porque esta era su naturaleza. De cualquier forma, ambos cantaron del libro de canciones pegajosas acompañados con bebidas ligeras. Wuseong sacó una peluca rosa del asiento de video y se la puso; sacudió una pandereta mientras daba de saltos sobre el sofá de terciopelo rojo. Gilho cantó una famosa balada folklórica y aplaudió cuando recibió 100 puntos como calificación de la máquina. Incluso el ganso, Gilho odiaba admitirlo, parecía apreciar la música. Se sentía libre y casi bohemio cuando fue a buscar los sanitarios y una joven con un gran lazo de satén en el cabello pasó a su lado para entrar a continuación en una sala donde había tres hombres. Quizás si aquellos tuvieran suficiente de beber, podrían ir a algún lugar y tener sexo esa noche, los cuatro.

Regresó, más silencioso. Wuseong se había acostado a lo largo del sofá con las piernas elevadas, su rostro sonrosado por el rápido bombeo de la sangre. Cuando vio a Gilho, le lanzó un beso.

Gilho dijo, “Realmente no te importa lo que las personas piensen de ti, ¿verdad?”

Wuseong lo consideró, “Para nada, no. ”

“Siempre me importó la buena opinión de los demás,” dijo Gilho. Alguna vez se había enorgullecido de esto.

“¿Qué hay de malo con eso?” Wuseong se sentó correctamente. “Tienes a personas que se preocupan por tus opiniones.”

Él miró fijamente las manos callosas del chico. Cuando Wuseong se enderezó, Gilho le miró a la cara, hacia la cicatriz, la cual, había comenzado a sospechar, podría ser también obra de una navaja. El rostro era joven y voluntarioso, por lo que podía notar, estaba cansado. Te hacía querer creer. Se encontró a sí mismo mirando la rosada carne de los labios del chico mientras Wuseong se inclinaba hacia el frente, su rostro a centímetros de distancia del de Gilho. Gilho se estremeció, imaginó sus labios contra los de Wuseong. En cambio, abofeteó al chico.

Wuseong se tambaleó hacia atrás, con su propia mano sobre la mejilla. El pecho de Gilho se tensó como el principio de un ataque al corazón. Una terrible soledad se apoderó de él mientras veía al chico.

“¿Quién eres?” dijo Gilho. “¿Qué estás haciendo con mi vida?”

Wuseong se inclinó varias veces en disculpa. Una lágrima de elefante se deslizó por su mejilla. El corazón de Gilho explotó con maldiciones, pero se quedó en silencio, buscando palabras cuando Wuseong tomó al ganso y salió rápidamente de la sala de karaoke, tan grácil como un ave tomando vuelo.

Al día siguiente, en el trabajo, la alarma de Wuseong, el rastro de la palma de Gilho a lo largo de su rostro, persiguió a Gilho. En un membrete de la compañía, formó excusas por su comportamiento, y entonces, una hora después, pasó las páginas por una trituradora de papel. Pensó en su esposa e hijos. Una vez que completó las cuentas de medio día, se apresuró a ir a casa. Para el momento en que abrió la puerta del frente, se había convencido a sí mismo de que no había pasado nada, lo cual no era difícil; criado en un ambiente y rodeado de conversaciones donde tales sentimientos no existen oficialmente, no podía comprenderlos. Pero cuando descubrió que Wuseong había desaparecido, con todo y ganso, Gilho se sentó viendo el balcón vacío hasta que el sol salió.

Por primera vez en la vida, llamó al trabajo para reportarse enfermo. Dio un paseo en la primera nevada de Diciembre, bajo una viscosidad que se convirtió en aguanieve conforme golpeaba el pavimento. Pasó junto el albergue dentro de la Estación de Seúl, pasó junto a la adinerada clientela— personas como Soonah— de la fila en la galería junto al Palacio Gyeongbokgung, pasó junto a un pelotón de soldados, el cual en su mayoría eran estudiantes universitarios cumpliendo su servicio militar obligatorio, pelotón que rodeaba la embajada de Estados Unidos, pasó junto a los temblorosos solicitantes que hacían fila todo el día con el fin de conseguir esquivas visas estadounidenses, mientras que el viento atravesaba su larga ropa interior, le alborotaba el cabello, y lo dejaba desordenado. Por impulso, se coló en la oficina del corredor de bolsa más cercano.

El gerente, con una zona calva del tamaño de un plato de postres, sacó registros laminados. Mientras dirigía la atención de Gilho hacia un gráfico con ayuda de un apuntador láser que sacó de su chaqueta de terciopelo. Gilho pensó en Soonah, sus hijos, y los 457 días que había pasado sin ellos. Visa de negocios-de-inversión, visa de hábil-trabajador, visa de maestro, visas, visas.

“¡Usted es afortunado!” dijo el hombre, aunque Gilho no se sintió afortunado. “Con su experiencia tiene muchas opciones.”

Después de la consulta, Gilho firmó el contrato. Por una tarjeta verde, para escapar, estaba preparado para vender el departamento y acciones para volver a invertir en un país ya de por sí obeso en la riqueza del mundo. Solo entonces vio con gran claridad cómo sería: sería un enano tartamudo en una tierra de gigantes rubios; se abrazaría detrás del mostrador de una tienda de licor por el resto de su vida. Se acostaría junto a su esposa, para él una extraña por siempre. Este no era un verdadero escape. Mientras Gilho rompía el contrato, pensó en el ganso en el balcón tras el cristal, ferozmente defendiendo su pequeño espacio.

Caminó por el bosque de rascacielos hasta llegar a los barrios pobres de Chongyecheon, donde los comerciantes se movía sobre bicicletas entre el tránsito y los vendedores ambulantes vendían películas pornográficas que mostraban poco más que un mosaico de partes de cuerpos sin rostro. Después, detrás de la tienda departamental Lotte de Chongryangri, dos prostitutas usando tops halter tecnicolor salieron de sus escaparates y comenzaron su discurso de venta. Mientras miraban fijamente a izquierda y derecha en busca de la policía indiferente (había sucedido otra imaginaria medida enérgica), él eligió a la única con cabello largo y liso, piernas largas y un poco de grasa de bebé. Mantuvo sus manos firmemente envolviendo los pechos con forma de pera, pero cada vez que parpadeaba, la curva de la cintura se convertía en las caderas del chico. Cuando ella le preguntó en voz baja, “¿Qué tal le parezco, Ajeoshi?”, él no pudo decirle la verdad. Sus ojos le recordaron los de Wuseong.

El miércoles, Wuseong aún no había vuelto. El jueves, Gilho llamó a la policía y se encontró repitiendo al oficial impaciente que el chico era memorable. El viernes, después de luchar con las figuras ordenadas que descendían en el monitor de su computadora de trabajo, llegó tarde a su reunión de ex alumnos de la universidad realizada en Yeoido. Su amigo Taeyeong le saludó con una palmada en el hombro y dijo, “Pensé que el ganso te atrapó.”

Gilho casi se marcha del restaurante de barbacoa, pero solo apretó el hombro de su amigo mientras se sentaba.

Ellos se turnaron para servirse el uno al otro las copas con el claro licor de arroz que habían bebido juntos por más de veinte años. Todos nacieron el mismo año, 1960, así que se podían hablar en banmal entre sí, podían estar cómodos juntos.

“¡Salud!”, dijeron.

“¡Un trago!” gritó un amigo llamado Duik, así que chocaron sus copas, tomaron sus bebidas hasta el fondo, y entonces elevaron sus copas bocabajo sobre sus cabezas para mostrar que estaban vacías.

Comieron pequeños trozos de cerdo asado directamente de la parrilla de carbón, acompañándolos con ajo y envueltos en hojas de lechuga. El cerdo enjaulado que tenía el dueño por mascota miró hacia arriba. Gilho se preguntó brevemente si aquel podía oler la carne de su propia especie. Había estado varias veces en este restaurante pero no había considerado antes a aquel cerdo. Esta perspectiva, pensó, era también lo que Wuseong despertó en él.

Jonghun, a su derecha, le sirvió cerveza mezclada con soju.

“Amigo, es demasiado pronto para beber poktanju,” dijo Gilho, “¡ni siquiera hemos llegado a nuestro segundo bar!”

Pero nunca debes rechazar la bebida de un amigo, así que aceptó el vaso.

Ellos estuvieron bebiendo; fueron felices olvidando; lentamente alcanzaron la etapa en que ya no eran individuos y eran más bien miembros de un grupo; el uri, el nosotros en el cual se disolvió todo: la muerte de la madre de Duik, la partida de las familias de Gilho y Taeyeong, el matrimonio hostil de Sangwon, la frágil solvencia de Minjun.

Conforme los hombres bebían, lo que parecía un mundo de jóvenes flotando a la deriva tras las grandes ventanas; en la mesa de al lado un grupo de estudiantes universitarios bebía, aún capaz de hacer cualquier cosa e ir a cualquier lugar, o convertirse en cualquier persona.

Duik suspiró, “¿Recuerdan cuando no pudimos pagar la cuenta y nos llevaron a la estación de policía? ¿qué eran, las cinco de la mañana?”

“¿O cuando nos quedamos sin dinero y caminamos seis kilómetros para volver a casa?”

“Eso no fue nada en comparación con el servicio militar. Hacían que nos quedáramos despiertos cinco días seguidos—.”

“Para mí fue una semana.”

“Nos dieron un pequeño pocillo con agua, siendo mitad del verano, después de haber corrido quince millas, y nos dijeron que nos laváramos con ella.”

“Todos estaban tan sedientos que nos peleamos por beber el agua de los baños.”

“Ahora ellos reciben comida real y lloran cuando su líder de escuadrón les pegan.”

“Los coreanos necesitan ser golpeados.”

“Si no son golpeados, nada se hace.”

“Dicen que los niños pequeños de estos días se suben a los taxis y huyen sin pagar. Los jóvenes de estos días, ellos no tienen uiri. No tienen honor.”

Y sin embargo, envidiaban a los jóvenes.

Después de otra hora, como era la costumbre, se cambiaron a otro bar para la segunda ronda. Duik, con el cabello blanco glacial desde que cumplió treinta, se levantó y cantó con una botella vacía de soju, Minjun eligió de entre todos los vegetales y comió solo los trozos de bacalao del guiso de pescado picante hasta que otro le dio un porrazo en la cabeza.

Cuando hablaron sobre mujeres, Gilho se quedó en silencio; cuando tuvieron suficiente de soju, examinaron los pechos de la mesera.

Taeyeong dijo, “Es como visitar un burdel sin pagar por ello.”

Su voz era alegre, pero su cara mostraba el costo de dos años de estar separado de su familia.

Gilho miro hacia arriba, su rostro sombrío.

Taeyeong, le tomó la mano en errónea simpatía. Su esposa e hijos también se habían ido a Estados Unidos; él, también, entendía los sacrificios necesarios para liberar a tus hijos de las dieciséis horas de trabajo diario sin sentido en la escuela y los institutos después-de-la-escuela que abarcan hasta pasada la media noche, la especial medicina oriental para mantenerlos despiertos para los estudios del examen de entrada a la universidad, la tentación del suicidio. Pero Gilho había estado evitando las llamadas de Soonah desde la semana pasada.

Los hombres se besaron en las mejillas entre sí, sus manos sobre los hombros y espaldas del uno al otro. Taeyeong dijo, “Mi amigo”, y besó a Gilho en los labios. Ellos habían asistido a escuelas para varones, sirvieron en el ejército y trabajaron en compañías que funcionaban como la armada; estaban más cómodos entre hombres. Ellos eran amigos, eran hombres con uiri, lealtad, hombres leales, y para su generación, eso significaba que afrentarían las deudas del otro si se les pedía, moriría el uno por el otro si fuera necesario.

Minjun, quien había estado durmiendo con su cabeza sobre la mesa durante la última media hora, se frotó los ojos, bostezó y se paró sobre su silla.

“Los amo, los amo a todos,” dijo, adoptando la postura de patinaje en esquís, aunque todos sabían que él no podía permitirse tal deporte. “Quiero amarlos, así que será mejor que me dejen pagar la cuenta,” dijo.

Mientras luchaban entre sí para pagar la cuenta, el trozo de papel fue arrebatado de mano en mano, Taeyeong, quien era abogado, silenciosamente se levantó y pagó por todos.

Esa noche, después de la última ronda en una tienda de bebidas, Gilho regresó a casa después de las cuatro de la madrugada con Taeyeong envolviéndolo como un abrigo. Dejó descansar a su amigo sobre el sofá, y entonces se deslizó sobre el piso. Fue entonces que vio a Wuseong en el balcón. Cuando sus ojos se encontraron, el ganso escondió su cabeza con-forma-de-martillo bajo el cuello de Wuseong e hizo un estridente, gutural sonido.

Gilho deslizó la puerta de vidrio del balcón, “Aiya,” dijo, “¿a dónde fuiste?”

Wuseong lo miró con timidez, su cuerpo estaba tenso y en guardia, como si estuviera listo para salir corriendo.

“¿Estaba preocupado?”

“¡Por supuesto!” la voz de Gilho tembló. “Desapareciste sin dejar una nota, ni llamaste... está bien. Estarás bien.”

Wuseong se paró, sus brazos aún cruzados. Una pluma de ganso atorada en su cabello.

La cabeza de Gilho retumbó en confusión. Quería que el chico supiera que lo lamentaba, pero era demasiado orgulloso, demasiado temeroso de admitirlo.

Los ojos de Wuseong se posaron en Taeyeong, absorbido por el ataviado en Hugo-Boss, reclinándose miserablemente, como su fuera totalmente otra especie. Wuseon mostró una brillante y agotada sonrisa, “Deberíamos ir a dormir.”

Gilho le dio una palmada al chico en la cabeza. Casi le da una palmada al ganso antes de recordar que solo era un ganso. Dijo algo sobre su mejor botella de Bordeaux, “Supongo que vamos a beber hasta la mañana.”

Ráfaga de nieve cayeron contra el vidrio, Gilho regresó a la cocina y torpemente cortó con un cuchillo para carne un trozo de calamar seco. Wuseong presionó su rostro contra el vidrio. Por otra parte, Taeyeong se frotó los ojos y respiró con pesadez desde el sofá. Todos ellos, extraños en sus vidas, observaban el paisaje invernal.

Un chillido rompió el silencio. Para el momento en que Gilho regresó a la sala, Tayeong, su voz ondeando con miedo, sujetaba su mano sangrante.

Wuseong saltó nerviosamente de su pierna izquierda a la derecha.

“Tu amigo seguía queriendo desplumarla,” dijo. “Intenté detenerlo. Lo hice.”

Taeyeong gimió, “Una pluma. Solo quería una. Para ver si realmente puedes escribir con una de ellas.”

Gilho caminó directamente hacia el balcón. El alcohol acentuó su creencia de que un hombre debe proteger a sus amigos; estaba listo para una confrontación. Como si sintiera su animosidad, el ganso graznó y silbó con el pico completamente abierto; se abalanzó, con su ala agitándose en el aire como una enagua rígida. Gilho se aferró al ala buena que se agitaba, y sintió la pata del ave sobre su pie. Su mano pareció extenderse a través de la nada, como si no hubiera cuerpo alguno bajo las plumas. Las negras pupilas clavadas sobre las de él.

Sujetó lo mejor que pudo, y con ambas manos, el cuello en forma de tubo del ganso. Se sorprendió al sentir este intenso poder que podía tener uno sobre la vida. En la bruma del alcohol, se sintió convencido de que si esta criatura hinchada fuese extinguida con un solo giro, de alguna forma su vida sería simplificada.

Una sombra desconocida pasó sobre el rostro de Wuseong. En un parpadeo, desapareció. Miró a Gilho como si viera justo a través de él, y le perdonó por su cobardía.

Gilho liberó al ganso y tambaleante regresó al interior de la sala.

Dijo, “¿Por qué me ves así?”

Teyeong observando, su mano siendo olvidada.

Ajeoshi,” dijo Wuseong con nostalgia, “el mundo está lleno de misterio, es nuestro deber aceptarlo.”

Wuseong se apresuró al lado de Taeyeong e inspeccionó su mano. Gilho le escuchó tararear como si no estuviera completamente solo en el mundo; como si no estuviera viviendo con un hombre mayor desmoronándose mentalmente de amor; como si un futuro oscuro no le estuviera esperando. Él tarareaba como si esperara que fuese suficiente para sostenerlo.

Tras una hora de sueño, Gilho despertó con la primera luna llena de año nuevo. Fue a la cocina por agua, entonces se paró con el vaso vacío mientras veía los coches destellando en la cercana autopista a orillas del río, solo con la mentira que él era. Ya no quería ser diferente a otros hombres. Mientras se daba la vuelta para irse, escuchó un susurro ahogado proveniente de la sala. Una figura, entonces dos, se movieron en el balcón. Había una mujer. Ella tenía la edad aproximada de Gilho, con el cabello tan negro como un ataúd, un cuerpo delgado y frágil en la parte superior pero con piernas rechonchas. Ella descasaba su cabeza sobre el hombro de Wuseong. Su rostro estaba curtido con suciedad y muerte, pero sus ojos eran generosos y tranquilos, sus labios eran una línea perfecta de perseverancia. La fría luz de luna iluminó el balcón. Cuando la mano del chico rodeó la cabeza de la mujer, el rostro de esta se iluminó. Gilho vio sus dedos estilizados, sus delicados pies tintados de azul. Vio que había estado resistiéndose todo este tiempo: el mundo a través de los ojos de Wuseong.

Gilho dio un paso hacia el balcón, entonces otro. Cuando abrió la puerta, Wuseong levantó la vista, sin sorpresa. Deslizó su mano en la de Gilho.

“¿No es hermosa mi mamá?”, dijo Wuseong.

Gilho asintió, temeroso de decir algo. Respiró con débiles arrebatos.

Ajeoshi, ¿se encuentra bien?”

Gilho descansó su mano sobre el hombro del chico.

No le importó que Taeyeong pudiera salir de la habitación para invitados, en busca del baño. Esta era la primera luna llena de año nuevo, Daeboreum, el día en que cientos de personas dan una caminata hacia las montañas para ver la salida de la luna, lo que equivale a un año de suerte, y una fogata festiva reproduce el fuego del pasado que alejaba a los espíritus malignos. Esta noche el departamento de Gilho era la montaña en donde él vio la luz de la luna. Estaba listo para ir a donde fuera con Wuseong. A cualquier lugar que fuese lejos de la posición de Gilho, de los ojos de sus padres, sus amigos, a cualquier lugar en donde pudieran ser ellos mismos. Quería pedirle al ganso su perdón. Por querer a su hijo en una forma imperdonable. Por ser un hombre casado traicionando a su familia. Perdón, porque estaba listo para escandalizar. Esta noche iba a besar al chico que amaba. Se giró hacia Wuseong.

He estado solo,” dijo, y se estremeció, cuando los brazos de la mujer, las plumas buenas y las rígidas del ganso, los envolvieron a ambos, “He estado solo toda mi vida.”
*

Traducción: Siboney69

Sobre la autora: Krys Lee nació en Seúl, Corea del Sur, creció en California y Washington, y estudió en los Estados Unidos e Inglaterra. Es autora de la colección de historias cortas Drifting House y su novela debut How I Became a North Korean, amblas publicadas por Viking, Penguin Random House. Su trabajo ha aparecido en The Guardian, Granta Online, The New Statesman, The Kenyon Review, Narrative Magazine, California Quarterly, Asia Weekly, entre otros.
Website: https://www.kryslee.com/bio
Twitter: @krysleewriter


Notas de traducción: El texto incluye diversas palabras o referencias que posiblemente no todos conocen, especialmente si no están inmersos en la cultura coreana, así que decidí hacer una lista con algunas aclaraciones.

- Papá ganso (기러기 아빠): ‘Papá ganso’ es un término de uso común en Corea del Sur que se refiere a los padres que se sacrifican para enviar a su esposa e hijos al extranjero para una mejor educación, pero que se quedan en Corea del Sur para trabajar y cubrir todos los gastos. [Fuente: globalvoices.org] // El término nació en los años 90s. Para mayor información les recomiendo leer “La migración de las familias coreanas por la educación de sus hijos

- Park (박): Park (hangul: 박, hanja: 樸, 朴) es el tercer apellido coreano más frecuentado en Corea, tradicionalmente se remonta al rey Park Hyeokgeose (박혁거세) y teóricamente inclusivo de todos sus descendientes. En los caracteres chinos (hanja), es escrito como 朴, que es la versión simplificada de 樸 (pu). El apellido «Park» se suele suponer que viene del sustantivo coreano «bak» (박), que significa botella de calabaza. En Chino Mandarín, se lee como «piáo» o «pú». En coreano, se lee como «pak». [Fuente: Wikipedia] // El texto originalmente dice “Gilho Pak”, pero decidí usar el “Park”.

- Ajeoshi (아저씨): Señor, tío, hombre de mediana edad. El término es usado para un hombre varios años mayor de aquel que habla. Con frecuencia es usado como un reemplazo para un pronombre singular en segunda persona, es decir, 너 (neo) or 당신 (dangsin). [Tú] // El texto lo romaniza aquí de esta forma, pero pueden encontrarlo como “ajusshi” o “ajeossi”.

- Uri (우리) ; Mi ajeoshi (우리 아저씨): 1. Nosotros/tras, 2. Nuestro/tra/tros/tras. 3. Se usa para referirse a un miembro de la propia familia, por ejemplo: “Mi madre está en la ciudad esta semana” (Uri eomeonineun ibeon jue ma-eure gyesimnida, 우리 어머니는 이번 주에 마을에 계십니다). [Fuente: Wiktionary] // En el texto, Wuseong dice “uri ajeoshi” con la connotación de cercanía, familiaridad y no precisamente de posesión(?), espero se entienda y si no es así, les dejo un artículo: “El curioso concepto de la lengua coreana que borra la diferencia entre el "yo" y el "nosotros".”

- Barco Tortuga: Un Barco Tortuga, también conocido como Kobukson o Geobukseon (거북선) es una galera desarrollada en Corea en el Siglo XVI. El barco tortuga se hizo famoso después de que el almirante coreano Yi Sun Sin y su subordinado, el teniente Na Dae Yong, los utilizaran innovadoramente en la guerra que lucharon los coreanos para evitar la invasión de Japón entre 1592 y 1598. [Fuente: Wikipedia]

- El si-yo (sijo; hangul: 시조, hanja: 時調) es un género poético tradicional y clásico de Corea. Consta de tres versos con una media de entre catorce y dieciséis sílabas, sumando un total de entre cuarenta y cuatro y cuarenta y séis sílabas. El si-yo se estructura de manera que el primer verso establece una introducción de la materia a tratar, el segundo la desarrolla y el tercero ofrece una suerte de conclusión. Este tercer verso consta a su vez de dos partes. La primera mitad debe sorprender por su significado o sonoridad. [Fuente: Wikipedia]
+ “El sijo es una estrofa coreana formada por tres versos, pero las transcripciones a las lenguas europeas los vierten en seis, para su mejor acomodo expresivo: los cuatro primeros presentan el asunto y los dos finales, lo concluyen o cierran. [...]

*[poema de la kisaeng, Hwang Jin-Yi (s.XVI)]*
Al paso del tiempo la montaña permanece inmutable;
al contrario el agua continuamente cambia,
y ?cómo si noche y día llueve
podría permanecer igual?

El hombre que amo es como la corriente,
que, al marcharse, ya no regresa.
[Fuente: Breve historia de la literatura coreana / Pío E. Serrano. (2018)]

- Aloe bellatula: Aloe bellatula, es una especie del género Aloe perteneciente a la familia Xanthorrhoeaceae. Es endémica de Madagascar. [Fuente: Wikipedia]

- Pajeon (파전): El pajeon es una variedad de jeon, un plato coreano similar al panqueque elaborado principalmente de huevo y harina, con cebolleta, parecido al panqueque de cebolleta chino. [Fuente: Wikipedia]

- Kimbap (김밥): Platillo coreano formado de arroz hervido y otros ingredientes que son envueltos como rollos en hojas de alga seca.

- Dwenjang (된장): El doenjang jjigae (된장 찌개) es una variedad de jjigae o estofado coreano, hecho con doenjang (pasta de soja fermentada) e ingredientes disponibles, como verdura, setas, marisco o dubu (tofu). Está considerado uno de los platos representativos de los plebeyos coreanos. [Fuente Wikipedia]


- Mudang (무당 ): Mudang es un término que se refiere a los chamanes que ofician los rituales y ofrecen adivinación en la religión tradicional de Corea. [Más información en Enciclopedia del Folclore y la Cultura Tradicional de Corea / Creencias populares de Corea / Chamán.]

- Palacio Gyeongbokgung: Gyeongbokgung (hangul: 경복궁, hanja: 景福宮, McCune-Reischauer: Kyǒngbokkung) fue el palacio principal durante la dinastía Joseon (1392-1910). Es uno de los «cinco palacios de Seúl» y cuenta con seiscientos años de historia. [Fuente: Wikipedia]

- Chongyecheon (청계천): Situado en la línea divisoria de los distritos de Jogno-gu y Jung-gu, el Arroyo de Cheonggyecheon es en la actualidad un atractivo turístico y sitio de esparcimiento para los ciudadanos. [...] El nombre de Arroyo de Cheonggyecheon, el cual significa "arroyo de claras aguas", se escuchó por primera vez durante el régimen colonial japonés en Corea. Al parecer, se puso este nombre al arroyo en 1914, cuando Japón cambió la designación de las vías fluviales de Corea. A raíz de la liberación de 1945 del régimen japonés y al término de la Guerra de Corea en 1953, el área del Arroyo Cheonggyecheon se convirtió en barrio marginal de Seúl. El gobierno decidió que la única manera de terminar con esa zona urbana deprimida era cubrir por completo al arroyo.
Los trabajos de construcción iniciaron en 1958 y para 1970 el arroyo había quedado totalmente cubierto debajo de un paso de nivel. En la década de 1990, el área era un hervidero de ruido, gases de tubos de escape y congestión de tráfico, con apiñados barrios comerciales, grandes y pequeños, especializados en herramientas, equipo para impresión y alumbrado. Finalmente, en 2003, se creó el Proyecto para la Renovación del Arroyo de Cheonggyecheon, el cual dispuso la creación de un centro verde, con lo cual quedaba atrás el pasado de contaminación de esta área.
[Fuente: El Arroyo Cheonggyecheon de Seúl simboliza el pasado, presente y futuro de Corea]
+ Más información: La recuperación del río perdido de Seúl (renovación urbana del Cheong Gye Cheon en el downtown)

- Ballena y Kril: Con menos de 10 centímetros de longitud y dos gramos de peso, el kril antártico (Euphausia superba) es la principal fuente de alimento de aves marinas, focas y la mayoría de las especies de ballenas que usan las aguas del Santuario de Ballenas Austral como zona de alimentación. Sin embargo, desde el Centro de Conservación Cetácea de Chile advierten que durante los últimos años la pesca del kril antártico ha sufrido una acelerada expansión debido a su utilización como pienso para los salmones de criadero así como para la industria alimenticia compuesta de sustancias naturales y que promete ser terapéutica (nutracéutica, la llaman: hay que inventarse un nombre para vender mejor). [...] Si el kril desaparece, lo harán también las ballenas, las focas, los pingüinos y todas las especies que componen esa cadena alimenticia. [Fuente: Ecologia verde]

- Soju (소주): Licor, alcohol destilado elaborado base de arroz y otros granos.

- Niveles de cortesía (Coreano): En el coreano hay siete paradigmas verbales o niveles de cortesía, y cada nivel tiene una forma única para finalizar los verbos, que se usan para indicar el nivel de formalidad de una situación. A diferencia de los honoríficos, que se usan para mostrar respeto hacia la persona de quien se habla, los niveles de cortesía se usan para mostrar respeto hacia la o las personas a quien se habla. Los nombres de los siete niveles se derivan de la forma imperativa no honorífica del verbo 하다 (hada, «hacer»), dicha en los siete niveles, más el sufijo 체 (che, hanja: 體), que significa «estilo».
Los seis niveles más altos generalmente se agrupan como jondaenmal (존댓말 «honorífico»), mientras que el nivel más bajo (haeche, 해체) se llama banmal (반말 «forma baja») en coreano. [Fuente: Wikipedia]

- Poktanju (폭탄주): significa bebida explosiva, el término se originó en los campos militares y se expandió hacia la población civil.
Poktanju es una forma ´´explosiva´´ de beber, consiste en ligar una bebida fuerte como lo es el soju con una bebida débil como la cerveza y después debes beberla en un solo trago. Para los coreanos beber alcohol es una actividad social de muchísima importancia, debido a esto, a las personas que no suelen beber alcohol se les dificulta mucho encajar en esta sociedad. [Fuente: 문화 이해하기: 폭탄주? (¿Bebida explosiva?)]

- Uiri (의리): Buena voluntad, lealtad.
+ “Euili [...] el portal más grande de Corea, Naver, define ‘euili’ como “una forma de actuar que todo humano debe tener” o “una actitud rigurosa que todo humano debe seguir.” El diccionario en inglés de Naver lo vincula con lealtad.
Pero la forma en que los coreanos perciben ‘euili’ es un poco distinta.
Euili con frecuencia es asociado a masculinidad, algunas veces algo honorable que ha de hacer un hombre.
No solo no involucra jerarquía alguna. Es más bien una relación humano-a-humano. Es sobre proteger y hacer lo que sea que puedas por una relación. En casos dramáticos, morir por tu amigo, ser golpeado en lugar de un amigo, asumir una deuda por tu amigo... meterte en problemas por tu amigo, y cosas como esa. [...] [Fuente: Korea according to Jennis] // Como comentario extra me gustaría agregar que el hanja (caracter chino, chino clásico utilizado en Corea) de의리 es 義理 y cuando busqué más información me encontré que en japonés a este concepto(?) se le llama Giri. Quizás les interese, agrego el artículo: Giri – 義理

- Daeboreum: Si bien el Año Nuevo lunar –[...]—es una de las festividades más importantes del calendario lunar coreano, dista con mucho de ser la única celebración con la cual se festeja el año nuevo lunar. En el Jeongwol Daeboreum se le da la bienvenida a la primera luna llena del año lunar. Esta luna se produce 15 días después del Año Nuevo lunar, [...]. Esta celebración de la "gran luna llena" es una de las ocasiones más especiales y festivas de Corea, en la cual se encienden grandes hogueras y se baila.
Como en el caso de muchas celebraciones coreanas, los platillos especiales son básicos para celebrar adecuadamente este día festivo. [...]
Muchas de las festividades de ese día giran en torno al fuego. Por tradición, los pobladores de las aldeas agrícolas queman el pasto seco de los surcos de los arrozales; por su parte, los niños corren por los campos haciendo girar quemadores llenos de carbones encendidos. Al esparcir el carbón y cantar en los campos, las comunidades agrícolas preparaban la tierra para plantar en primavera. Las hogueras contribuían a quemar insectos y otras plagas que vivían en la tierra y podrían destruir futuros cultivos.
Aún en la actualidad, son muchas las comunidades en las que se encienden enormes hogueras y se hace girar latas que contienen carbones ardientes para festejar este día. Además de las ventajas prácticas que ello trae a las comunidades agrícolas, el fuego también purifica simbólicamente tanto a la tierra como a la gente. Algunos de los festivales más importantes relacionados con el fuego son los que se llevan a cabo en la Isla de Jeju, donde la gente se divierte practicando juegos y ascendiendo a cimas volcánicas conocidas como "oreum".
Una de las tradiciones más importantes es la que se conoce como "dalmaji" o "la bienvenida a la luna". Como se trata de la primera luna llena del Año Nuevo, la gente sale de sus casas para apreciar la belleza de la luna y formular un deseo. Cada área de Corea tiene distintas tradiciones, pero en realidad cada una da la bienvenida a su manera a la radiante luz de la luna del Año Nuevo.
[Fuente: En el Jeongwol Daeboreum, de la bienvenida a la primera luna llena]

Comentario personal: -----


Les recuerdo que anteriormente publiqué una entrada llamada “Literatura Queer de Corea”, en ella podrán encontrar más historias cortas (en inglés).

Imágenes: Intenté buscar la “imagen”, el rostro, de un Gilho y Wuseong que coincidiera con la descripción hecha en la historia, pero no tuve éxito. Lo más cercano que encontré para tratar de retratarlos fueron los actores de la película Method (메소드, 2017). Si alguien tiene una mejor recomendación, son bienvenidos a compartirla. ^^

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