Un baño puede ser el hábitat de un demonio pero no puede ser usado para alojar a un inquilino. Le quitas todas las cadenas, desempacas una cama estrecha y la colocas en la sala.
La casa tiene una habitación para invitados pero, como lo dijiste antes, en los últimos cinco años toda la construcción se ha mantenido como una fortaleza contra demonios. El dormitorio principal y la habitación para invitados están muy bien protegidos, con precauciones bastante estrictas y confiables, dispuestos con especificaciones a un nivel penitente o de arrepentimiento; con “arrepentimiento” se refiere aquí específicamente al sustantivo jerárquico que circula entre el clérigo y que significa “Suficiente como para hacer que cualquier demonio que entre se arrepiente de salir del infierno”, a Remiel no le gustaría este tipo de habitación.
Has grabado plegarias sagradas en una gran cantidad de lugares ocultos, trabajos permanentes que serán difícil de remover por un tiempo considerado. En conclusión, Remiel tiene que quedarse temporalmente en la sala hasta que la habitación de invitados haya sido ordenada. Él no se queja al respecto, pero tampoco parece gustarle mucho la cama.
Muchas mañanas lo encuentras fuera de la cama y en cambio está acurrucado en el sofá. El sofá es muy viejo, no es más blando que la cama sino más estrecho y chico, y si un hombre con la estatura de Remiel se tumbase ahí sin doblar las extremidades, entonces sus pies serian lo suficientemente largos como para colgar del mueble. Pero tú no lo ves acostado así, él siempre se enrosca como un camarón, apretándose contra el hueco entre el respaldo y el cojín del asiento, bien envuelto con una cobija de la cabeza a los pies. Remiel ni siquiera asoma la cabeza, se ha hecho una bola en la cobija de forma en que parece que un coco ha crecido de tu sofá.
Le preguntas qué tiene de malo la cama, él niega con la cabeza. En la noche se acuesta en la cama con su cobija, solo para aparecer una vez más en el sofá a la mañana siguiente. Así que dejas que haga lo que quiera: «le gusta el sofá, déjalo así». Con frecuencia hay gatos salvajes que ignoran los nidos que has preparado y en cambio se meten en una de las cajas de cartón de la pila de cosas sin valor. No crees que exista algo de qué preocuparse, de cualquier forma el propósito ha sido logrado.
Le compras ropa a Remiel. La talla de ustedes dos no es la misma pero el dueño de la tienda no muestra contrariedad. Siempre compras ropa y productos de primera necesidad para las personas en situación vulnerable. En tu primer intento, lograste comprar una camiseta que le quedó perfectamente pero las perneras del pantalón están un tanto cortas, te das cuenta de que esto se debe a que Remiel nunca se ha parado completamente erguido a tu lado. Siempre se ha encontrado incapaz de pararse derecho debido a una distinta variedad de razones tales como dolor, nerviosismo o intento de ataques. A decir verdad, raramente se levanta, y en los meses que han estado juntos, Remiel ha estado sentado en la bañera o tendido sobre su estómago.
Ahora es lo mismo, no se levanta ni se mueve mucho, al menos no a tu alrededor. Cuando estás en casa, Remiel siempre está tendido en el sofá con una cobija cubriéndole la cabeza. Algunas veces te mira inquisitivo, pero cuando devuelves la mirada, él aparta la suya. Esperas que solo te esté ignorando y no que aún le falte la voluntad de vivir.
Ya no tienes el sistema de vigilancia, has dejado de usar las palomas sagradas como tus ojos, no sabes lo que hace cuando estás lejos de casa. Es necesario monitorear a los demonios más no a las personas, no debes espiar a los invitados, no sientes la necesidad de hacerlo.
Si Remiel elige marcharse o lo que sea, entonces es la voluntad de Dios.
No lo vigilas. Si lo ves intentar suicidarse, tienes que detenerlo, ya que el suicidio es un pecado y tiene que ser detenido. Pero secretamente sientes en tu corazón que si ya no quiere estar aquí entonces no debes volver a encerrarlo, ya lo has confinado una vez. Puede marcharse cuando quiera, de la forma que sea. En retrospectiva, debido a tu “falta de observación”, tienes que aceptar tu castigo, mismo que no tiene nada que ver con Remiel.
Vuelves a casa todos los días al mediodía y también comienzas a terminar tu trabajo a la misma hora en la noche. En casa hay un invitado que necesita tres comidas al día, no puedes ponerle la comida del día en un cuenco como lo harías con una mascota. Todos los días compras los ingredientes, te acercas al sofá para echar un vistazo y te aseguras para cuantas personas necesitas cocinar, entonces te vas a trabajar en la cocina. Una vez que has terminado, le das un empujón al coco en el sofá, Remiel se incorpora para levantarse y entonces se va a sentar ante la mesa. En cada comida le das tres veces las gracias a Dios, con la primera miras hacia el sofá, en la segunda tocas el cuerpo solido bajo la cobija, y en la tercera oras ante la comida.
Existe una falta de conversación entre ustedes dos, no sabes qué decir y Remiel no habla. Pero en cada ocasión él se termina la comida que preparas, lo cual está bien.
Una semana después de esta serie de eventos, llega la Navidad.
Como clérigo, estás tan ocupado en ese día en particular que no te queda más opción que preparar comida rápida para Remiel y en todo el día no te es posible volver a casa. Presides la misa, esperas a que se dispersen los emocionados creyentes y te ocupas de los asuntos de seguimiento. Cuando por fin regresas, ya es la madrugada del día siguiente. Abres la puerta con cuidado y entras sin encender las luces, usas solo como iluminación un llavero de un colgante en forma de ángel brilloso que alguien te dio.
Cuando pasas junto al sofá, Remiel de pronto se mueve.
Tira la cobija en el piso al dar una patada tan estrepitosa que casi crees que lo has despertado. Pero Remiel no tiene los ojos abiertos, y con la débil luz del llavero, notas que tiene los ojos fuertemente cerrados y los dientes apretados.
Definitivamente sigue sin estar despierto, respira aceleradamente, sus ojos se mueven con rapidez bajo los parpados y las manos están cerradas en puños. Las puntas de sus garras deben de estar arañando de nuevo las palmas de sus manos, el dolor no hace que se despierte, Remiel rebota en el sofá como un pez lanzado en la playa.
Has visto a muchas personas gritar en la oscuridad, huérfanos, refugiados, soldados heridos de los que has cuidado, despiertan de sus pesadillas gritando o histéricos, es algo entre un rugido o un grito de ayuda. Remiel no grita, y si no fuera por el castañeo de sus dientes, se podría decir incluso que está muy silencioso. Su cuerpo casi está incrustado en el espacio triangular entre el respaldo y el cojín del asiento, y sin embargo, sigue retrocediendo inconscientemente, como si estuviera por hundirse. No emite sonido alguno y el cuerpo que se retuerce de vez en cuando intenta quedarse quieto, pareciera que mientras se quede quieto y no se mueva para nada, el sufrimiento y las pesadillas no encontrarán su objetivo, le dejarán ir y se irán por su cuenta.
Recoges la cobija, la sacudes y la pones nuevamente sobre él. De pronto Remiel despierta, sus ojos rojos brillan en la oscuridad, te recuerda las luces que acabas de usar para decorar el árbol de Navidad. Por una fracción de segundo, te mira como si estuviera por atacarte, y tú das tres pasos hacia atrás en el instante correcto para encender las luces de la sala.
Remiel se cubre los ojos inconscientemente con el dorso de la mano, comienza a parpadear desesperadamente. No sabes si se está adaptando a las luces o al hecho de que está “despierto”.
—Feliz Navidad —dices—. Te traje pastel.
Los creyentes en la pastelería te regalaron un pastel mientras que los demás te dieron un montón de regalos de Navidad. Como en los años anteriores, los regalos se los entregas a los niños en el orfanato, sin embargo, este año pudiste traer el pastel a casa. Pones en la mesa esa pequeña pieza de pastel, vas a preparar una taza de té caliente, le agregas un poco de agua fría para que alcance una temperatura aceptable a la boca, y pones la taza en la mesa junto con una cuchara. Vas a lavarte y cuando vuelves, Remiel ya está comiendo.
Remiel sigue regulando su respiración, es como si acabara de correr un kilómetro; mucho mejor que verse como si acabara de terminar un maratón. Traga el pastel, con la cuchara extrae una enorme masa de crema y chispas de chocolate, misma que se la mete en la boca con tanta ansiedad como si echara en la estufa carbón con una pala. En un abrir y cerrar de ojos, solo queda un trozo diminuto del pequeño pastel. Quieres decirle que no se apresure y que coma lentamente ya que todo es suyo, aunque también sientes que la razón por la que come así de rápido no es precisamente porque está protegiendo su comida. Remiel mastica el pastel y bebe el té caliente tan rápido como el viento que sopla, se lo sampa todo como si se fuese a quedar muerto de hambre si no se lo termina de inmediato.
Ha barrido con todo lo que le has dado, con la cuchara come la crema restante de la envoltura del pastel, y finalmente parece tranquilizarse. Vas a servirle un poco más de té y lo pones en la mesa para que así pueda limpiarse la boca.
Remiel ha terminado de comer, sostiene la taza y mira fijamente las hojas de té que giran en la superficie, es como si hubiera en ellas un misterio sin resolver. Tu también has hecho lo que has podido y te has quedado sin un motivo para detenerte aquí, así que por el bien de todos, será mejor que te retires y vayas a dormir. Le preguntas si necesita ayuda y él niega con la cabeza, le vuelves a preguntar si quiere las luces encendidas, y Remiel vuelve a negar con la cabeza, aunque con un poco más de duda que antes.
Crees que quiere decir algo pero incluso después de un tiempo, sigue sin hablar. Apagas las luces, le das las buenas noches y lentamente te diriges a tu habitación. Caminas lentamente y con paso ligero, así te da tiempo de escuchar un susurro justo antes de cerrar la puerta.
—La puerta... —dice.
Te detienes, te das la vuelta y esperas pacientemente lo siguiente. Los labios de Remiel se mueven, sus ojos siguen fijos en la taza.
—…abierta —murmura.
Solo hay una puerta entre la sala y el dormitorio principal. Si la puerta está abierta, la parte final de la cama puede ser vista desde la sala. Cada noche cierras la puerta y cuando quieres abrirla, usas una vieja llave. Tardas más de diez segundos en abrirla y causa un sonido de crujido, lo suficiente para recordar a Remiel que estás por aparecer. Te sorprende que quiera la puerta abierta, pero no preguntas la razón.
Dejas abierta la puerta entre la sala y el dormitorio, y entonces pones algo pesado contra ella para evitar que sea movida por el viento. Después de hacer esto, le dices una vez más “buenas noches” a Remiel y entras a la habitación.
Caminas lentamente y con ligereza, el vecindario está tranquilo en la madrugada, antes de meterte en la cama escuchas un “gracias”. La voz es tan baja que no estás seguro si se trata de una alucinación o si Remiel realmente quería que lo escucharas, así que no respondes.
«Dulces sueños», dices en silencio.
*
Traducción al español: Siboney69
Traducción al inglés: PastTimer [Wattpad]
Comentario personal: *snifsnif* nuestro Remiel es tratado como un humano *snifsnif* finalmente, *snifsnif* pobrecillo.
Me agrada esta nueva forma de convivencia, solo espero el momento en que Remiel dejará ese sofá y comiencen los dos a tener una verdadera vida de roommates, y por supuesto, que su trauma sane…
Espero que estén disfrutando de la historia, por mi parte, me quedan 2 capítulos para alcanzar el punto en donde detuve la lectura para comenzar la traducción. Hay mucho que quiero saber y espero arduamente que no me (nos) defraude.
En otras cosas, les informo que ya voy en el episodio 11 del drama del hada y el demonio. (SPOILER) Y justo acaba de salir la escena de cambio de cuerpo que quería. La situación es ridícula y por eso un poco difícil de ver (ajaja). Ya sabía de antemano que verlo en el drama no sería como en la novela, pero bueno, aún así fue cómica. Para aquellos que no han leído el libro y no saben de qué hablo, me di a la tarea de traducir esa escena (de mis favoritas de la historia, la verda'). (También me tomé algunas libertades de traducción por aquí y por allá, pero creo que no afecta mucho. No sé si alguien hizo ya la traducción total de la novela, solo será cosa de googlearo o sino ya saben que pueden intentar leerla con MTL. Muchas veces sale algo entendible).
En fin. Aquí va...
(N/T: Tengan en cuenta que Orquídea y el Demonio están compartiendo el mismo cuerpo, ella domina la parte izquierda del cuerpo, el demonio la parte derecha.) Capítulo 8
[…] Al principio, Pequeña Orquídea no tenía preocupación alguna porque sentía que en este cuerpo inmortal de Dong Fang Qing Cang incluso las espadas no son para tanto, ¿por qué habría de temer a unas cuantas copas de licor? Pero no esperaba que a mitad del banquete, comenzara a sentir que sus ojos se cerraban. Parecía no poder hablar bien con su lengua.
—Gran… Gran demonio, ya no podemos beber más…
—Lo que yo haga no le incumbe a nadie —dijo DFQC y tomó otra copa de alcohol.
[…] (N/T: Orquídea se ha quedado borracha, recargada contra el asiento, se frota el pecho porque siente calor y sed… los súbditos hablan entre sí…)
—¿Parece… parece que… se siente un poco incómodo?
—Quizás se deba a que ha sido mucho tiempo… alguien, traigan unas mujeres.
¿Mujeres?
Pequeña Orquídea se sintió muy insatisfecha, ¡ella es una mujer! ¡¿por qué habría de necesitar otra mujer?! Abrió un ojo, vio a tres o cuatro mujeres entrar, cada una vistiendo como para congelarse, pero lo que hay bajo aquella delgada capa de tela…
¡Wow!
En los cuerpos de esas mujeres habían tatuajes, no de serpientes sino de escorpiones, el delineado en tinta pareciese cobrar vida, como si quisieran salir y picarla. Pequeña Orquídea rápidamente negó con la mano.
—¡No se acerquen, no se acerquen, si lo hacen, les pegaré!
Las mujeres se miraron entre sí. Incluso ebrio, la hostilidad de DFQC les aterraba.
—El primer ministro nos ordenó que viniéramos a servirle —dijeron ellas intentando sonreír.
—¿Por qué necesito mujeres para que me sirvan? —dijo Pequeña Orquídea en un puchero—. ¡Si quiero que alguien lo haga, entonces búsquenme hombres!
Todos se sorprendieron y miraron a DFQC como si les hubiera golpeado un rayo.
—¿Cómo….?
Pequeña Orquídea sintió que era agotador usar la mano para apoyar el cuerpo así que se fue a acostar en la cama, se dio una palmada en el pecho y dio otras más sobre la almohada a su lado.
—Necesito un hombre como este, para dormir aquí.
Las mujeres estaban muy sorprendidas, por largo tiempo no se movieron hasta que finalmente, alguien dio unos pasos hacia atrás. Todas se exaltaron y cubriéndose las bocas, una por una, abandonaron la habitación.
Pequeña Orquídea cerró la boca, no escuchó sonido alguno y estaba lista para cerrar los ojos y dormir, pero de pronto la puerta se abrió.
Un guardia con armadura parece haber sido lanzado desde el exterior, entró rodando por el piso y se incorporó. Levantó la cabeza para ver a Pequeña Orquídea, apretando los dientes y arrodillado ante la cama, su complexión pálida.
—…. Este sirviente ha venido para servir… —sin importar qué, no podía pronunciar las últimas palabras, como si temiera por su vida.
Pequeña Orquídea lo escuchó y le miró por largo tiempo, entonces levantó la mano izquierda y le señaló la frente.
—Pequeño hermano es bastante robusto.
La cabeza del guardia parecía haber sido pinchada hasta el punto de partirse, todo su cuerpo temblaba.
—Es tarde, duerme —dijo Pequeña Orquídea, dando de palmadas a la almohada a su lado.
El guardia con el rostro lloroso, se subió a la cama y entonces con el cuerpo tenso, se preparó para todo, pero cuando estaba pensando en lo que seguiría, de pronto se escuchó el sonido de una respiración.
Con la cabeza tensa, el pequeño hermano guardia volteó, aquel dormía pacíficamente frotándose el pecho.
Pero qué dem…
Realmente es solo dormir….
Capítulo 9
[…] La nariz de DFQC comenzó a moverse, realizó una larga exhalación como si hubiera pasado miles de años durmiendo, despertó presentando un aura imponente. El ambiente a su alrededor hizo temblar sus pestañas, haciendo que la cama volara y la puerta temblara.
DFQC abrió su ojo derecho, y su ojo izquierdo también se abrió. La otra alma en su cuerpo levantó la mano izquierda, se frotó el ojo izquierdo, abrió la boca y bostezó. Después, cerró la boca, sacó la lengua y se relamió los labios. Además, usó la mano para limpiarse la boca como si inconscientemente se limpiara la saliva que muy probablemente había caído lejos.
En este momento, sin importar lo que hacía el alma en su cuerpo, DFQC solo se quedó mirando al hombre barbudo y de silueta robusta y cuerpo físicamente fuerte que dormía a su lado.
Aunque no quería hacerlo, pero en tales circunstancias, este antiguo demonio tenía que admitir que estaba atónito.
Esta situación… nunca antes se había encontrado algo así.
Desde le momento en que conoció a esa mujer, su fortuna había tomado un giro inesperado con sucesos que nunca antes se había encontrado y difíciles de lidiar, cosas que uno simplemente no puede entender.
Por ejemplo, esto.
El pequeño guardia imperial no durmió durante toda la noche y sintió los movimientos de DFQC. Tenso miró a su lado pero vio que uno de los ojos de DFQC le miraba mientras que el ojo seguía durmiendo, uno abierto y otro cerrado, moviéndose por todo el lugar. El pequeño hermano se asustó hasta casi morir y su cuerpo se volvió cada vez más rígido.
—Lo mejor es que alguien me explique esto —se levantó DFQC, su ojo era frío y con persistentes intenciones de muerte—. Al final…. ¿qué es lo que pasó? —sin terminar de hablar, su mano izquierda se rascó su musculoso estómago.
La mirada de DFQC descendió.
Genial, la situación se ha vuelto más confusa y complicada.
¿Por qué su túnica está abierta¿ ¿por qué su pecho desnudo está exponiendo sus pezones? ¿por qué con un hombre…?
DFQC no necesitaba preguntar más, lo que necesitaba hacer primero era matar a ese hombre.
Sus ojos se volvieron de rojo-sangre, y la energía oscura pareció elevarse alrededor de todo su cuerpo.
El cuerpo del guardia tembló. Su temblorosa voz quería hablar pero no pudo. […]
Con la expresión oscura, DFQC le dio una patada tirándolo de la cama, no se molestó en ponerse los zapatos y dio un salto. Arrastrando el inútil pie izquierdo, sacó una espada usada como decoración junto a la cama y levantó la mano como si quisiera partir al guardia a la mitad.
El guardia cerró los ojos, las lágrimas casi brotan de sus rabillos.
—¡Ah! —gritó de pronto DFQC. No como si se estuviera dando ánimos a sí mismo, sino más como si se hubiera asustando, como si gritara con miedo—. ¿Qué haces?
La espada quedó suspendida. El guardia se armó de valor y levantó la mirada, vio que la mano izquierda sujetaba la mano derecha. Su rostro parecía mitad verde azulado y severa mientras que la otra mitad era tan pálida como el papel, haciendo que uno no fuese capaz de saber si estaba enojado o asustado.
—Yo… yo… yo… —la voz del guardia tembló—, estoy esperando mi muerte…
—Largo, largo, largo —la lengua del soberano era incapaz de hablar bien tembló y gritó —. ¡Anda, ve, ve! ¡Aléjate!
Cuando el guardia escuchó esas palabras, no las creyó, después de todo, aquel seguía sosteniendo la espalda. Pero vio que la espada no caía, el guardia rápidamente se dio la vuelta, y casi gateando abrió la puerta y salió rápidamente de la habitación.
La paz volvió en la habitación, solo se escuchaba la pesada respiración de DFQC.
—Temprano en la mañana ¿y ya quieres matar? ¿DFQC, estás loco?
—Ja… —DFQC ciertamente sintió ahora que estaba un poco loco. Tiró la espada a un lado, su mano no pudo evitar temblar por la agitación. Se presionó la sien y después de un tiempo, finalmente recuperó la lógica, y habló con paciencia—. Cuando bebí… ¿usaste mi cuerpo… para divertirte?
—¿Qué diversión? —respondió Pequeña Orquídea con extrañeza—. ¿Qué tonterías estás diciendo?... —los recuerdos lentamente comenzaron a volver.
Parecía que ella misma se había dado de palmadas satisfactorias en el pecho y sobre la almohada, entonces ordenó que le enviaran un hombre.
Pequeña Orquídea abrió la boca y se olvido de cerrarla.
¿Y ahora qué? ¡Parece haber arruinado las cosas! ¡Usó el cuerpo de DFQC! Pero lo más aterrador es… se olvidó después de ese hombre se había acostado, al final… hubo un turbio acto….
Pequeña Orquídea se cubrió la boca y se llenó de pánico.
DFQC volvió a sentarse en la cama, se frotó la cabeza como si tuviera dolor.
—Gran demonio… —dándose cuenta de que pudo haber causado un gran desastre, emergieron los sentimientos de culpa de Pequeña Orquídea—. No… no fue mi intención, realmente no sabía que después de beber sería así…
—Cállate.
—Wa…. —lloró Pequeña Orquídea—. En verdad lo siento, mi maestra dijo que hacer que los demás pierdan la castidad será castigado por el golpe de un trueno, waaa…..
DFQC sintió que su cabeza dolía aún más.
—Pero esta situación no puede ser culpada al hermano guardia, fue todo mi culpa, si quieres un castigo entonces que sea a mí.
—¿Intentas aprovechar que tienes la ventaja física del cuerpo?
—No…. No, waaa, realmente sé mis errores.
Lágrimas fluyeron del ojo izquierdo haciendo que DFQC se frustrara, por ello rompió las sábanas de la cama para secarse la mejilla izquierda.
—No te permito que llores con mi ojo.
—Waa —Pequeña Orquídea se sentía muy culpable—. Pero te he hecho…. Mi corazón en verdad….
En esta situación, ¡era obvio que era él quien le había hecho algo a ella!
—Nada de lo que crees pasó —dijo DFQC frotándose las sienes una vez más.
—¿No? —al escuchar esas palabras, Pequeña Orquídea dejó de llorar.
—También es tu cuerpo, ¡¿no lo sientes?! No pasó nada.
[…]
*
Y eso es todo, espero que les divirtiera tanto como a mi.
¡Nos leemos en el próximo capítulo! (que aún no traduzco! ;_; help!!!!).
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