lunes, 10 de octubre de 2022

[Demonio a la venta] Capítulo 22

B: Mientras te arrepientas con sinceridad, Dios salvará tu alma.

—Mientras te arrepientas con sinceridad, Dios salvará tu alma —dices apresuradamente.

Remiel te mira fijamente y después de largo tiempo sigue en silencio, un presentimiento siniestro te produce escalofríos en la espalda. No te grita, no te da esa risa loca que hace poco soltó. También ha dejado de llorar, como si toda la fuerza que usó para armar su respuesta le dejase agotado.

—¿Y qué pasa si no me arrepiento? —dice después mirarte por un tiempo.

Te quedas en silencio, estás perdido. Todas las personas que has conocido siguen los pasos que les das, te dicen “me arrepiento”, sean sinceros o no, y mientras digan que se arrepienten puedes ser el intermediario y otorgarles el perdón. «¿No deberían seguir las cosas de esta manera? ¿No es esta la rutina usual? » Nunca antes te habías encontrado con alguien que se atreviera a decir “no” a la gracia de Dios.

Entras en pánico, casi le ruegas que asienta. «No es necesario que te arrepientas con sinceridad», tal pensamiento irrespetuoso te cruza por la mente. Todo lo que tiene que hacer es asentir vagamente y una vez que prometa no cometer más errores, entonces te arrepentirás por él y será perdonado sin importar lo profunda que sea su culpa. Pero no puedes vocalizar tu súplica, ¿cómo puede un sacerdote guiar a los demás para que digan mentiras? Le ves suplicante y el te mira a ti. Como si leyera tu mente, agotado tuerce las comisuras de la boca; no tiene el peso de una expresión sonriente, es algo fugaz.

—No me arrepentiré —dice.

Este día termina en desconcierto. A la mañana siguiente las notas adhesivas están en blanco y Remiel está acostado en el sofá con los ojos cerrados. No quiere hablar contigo, sin importar si está despierto o no. Esperas que después de unos días mejore, todo lo que te queda es confiar.

Con dificultad terminas el trabajo de la mañana, nadie nota la diferencia, pero has perdido la tapa de un bolígrafo. Por más de diez minutos buscas en la iglesia pero no aparece por ninguna parte. Tienes que rendirte, vas al supermercado y compras los ingredientes que el otro día viste que cocinó Remiel, al menos puedes intentar seguir sus movimientos. La caja registradora está descompuesta, los compradores se quejan y tú los persuades mecánicamente para que mantengan la calma. Los ingredientes sacados de los frigoríficos forman gotitas de agua fría en tus manos, tu cabeza late con fuerza y tu corazón está intranquilo.

Por fin llegas a casa, sacas la llave y abres la puerta. Todas las defensas están intactas, la puerta se abre frente a ti, la televisión y las luces en la sala están apagadas, la cobija en el sofá está doblada. Percibes rastros de pólvora y sangre. Sientes nauseas.

El pasillo está vacío, la sala está vacía, la habitación principal está vacía. Abres la puerta del baño y el olor a sangre asalta tu cara, el color rojo se precipita en tu visión. Es tan brillante y deslumbrante, casi crees que son tus ojos los que están sangrando.

Remiel está sentado dentro de la bañera, está cuidadosamente vestido con pantalón, camisa y abrigo, un conjunto formal para salir. Por supuesto, él no puede salir ahora porque su cola, garras y la mitad de la cabeza ya no están en su lugar. Remiel está sentado en bañera, el arma está tirada en el fondo de la misma, y la sangre, ya seca, está salpicada en la pared como una antorcha suspendida en el tiempo. Él realmente fue muy considerado, el baño está completamente recubierto de azulejos, será muy fácil de lavar.

Te encaminas hacia él, sus manos están tan frías como los demás cadáveres que has visto. Suicidio por arma de fuego, han pasado más de tres horas desde su muerte, probablemente ocurrió justo después de que saliste de la casa. Tu pistola está tirada en el fondo de la bañera, no ejerciste sobre ella las defensas necesarias, ya no estabas en guardia contra Remiel y habías creído que… Te levantas aturdido, caminas hacia la sala y miras ausente a tu alrededor como si existiera un segundo Remiel, ileso, que saldrá de la nada. En la mesa hay un bloc de notas, es distinto al que llevas cuando sales, tiene unas palabras escritas en él.

Tomas el bloc, la escritura es la misma a la de la lista de la compra. Solo tiene una línea: No me salves.

Te estabilizas con la mesa y te sientas en el sofá, de pronto tus piernas ya no pueden soportar tu peso. Le das la vuelta y revisas todo el bloc de notas pasando página por página pero no puedes encontrar alguna otra palabra. Este es el mensaje que Remiel te dejó: “No me salves”.

A decir verdad, incluso si hubiera escrito “sálvame”, no habrías sido capaz de salvarlo. Te has quedado sin más reliquias sagradas, incluso si aún tuvieras alguna Remiel lleva muerto demasiado tiempo. Después de todo no eres un dios. Estas imposibilitado, incapaz de salvar la situación y esto no cambiará ante la muerte. No eres diferente a los demás.

«Remiel está muerto».

Por lo tanto, habrá cosas que nunca llegarás a conocer.

No conocerás su miedo como si caminara sobre fino hielo pues tus manos que lo salvaron fueron las mismas manos que lo lastimaron, dando un tratamiento preferencial pero sin explicar la razón. Supones que todo entre ustedes estuvo bien, crees que él ya no importa, no te das cuenta de que su relación jamás fue equitativa. Te paraste sobre él como un gigante, sin saber que la pequeña hierba bajo tus pies para él era un bosque de espinas.

No sabrás lo que significaste para él; el sacerdote que siempre es humilde o quizás la persona a la que siempre le hace falta la comprensión correcta cuando se trata de un ser querido. Su mundo anterior colapsó por completo pero tú fuiste el punto de apoyo de su nuevo mundo. Le diste una segunda vida, pero el mundo en el que Remiel mitad demonio fue capaz de vivir solo era tan grande como tu casa. No sabrás, cuanto inmenso valor necesito para por segunda vez sujetarte.

No sabrás por lo que pasó, no sabrás por qué esas personas se lanzaron en una fiesta de casería de brujas. Lo que para ti es una escritura ordinaria, para él fue una gran cantidad de heridas trágicas; esas profundas heridas negras tan largas y estrechas, se avergonzó a mostrarlas y tú fuiste incapaz de tratarlas.

Oh, y al final, ayer, Remiel intentó decírtelo, realmente lo hizo.

Realmente hizo su mejor intento.

No sabrás que jamás se arrepintió ni buscó tu perdón porque él no creía ser culpable. Todo el tiempo se consideró humano, pensaba que no era culpa suya ser un demonio, que enamorarse de alguien del mismo sexo no era un crimen, que bañarse en los ríos del amor con una pareja no es promiscuo, y que ser follado no significa quedar manchado. Su hermana estaba de acuerdo con él, sus amigos le apoyaron, pero ahora todos ellos están muertos. Después de eso, todas las personas que conoció, cada una de ellas, le dieron la espalda.

Lo llamaron demonio, lo llamaron una sucia perra, dijeron que se lo merecía. Todas sus luchas fueron en vano y lograron ser aplastadas con muchos golpeas, armas y plegarias. Cuando lo compraste por 177 monedas de plata aprendió a dejar de pronunciar ridículas insistencias que solo podían llevar a la burla o al dolor. Aprendió a creer que nadie lo trataría como un ser humano, incluso si seguía sintiéndose como uno. Tú lo viste como un compañero, le hiciste creer que lo veías como un hombre, y cuando con cautela comenzó a confiar en ti, le dijiste que la homosexualidad es una abominación.

“Todas las personas que los cometan, serán eliminados de su pueblo.” dijiste, “El hombre que se acueste con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia, los dos morirán y su sangre caerá sobre ellos”.

Como una advertencia.

Remiel habló y tú no supiste el verdadero significado de su pregunta, sino más bien la pregunta de este mundo poco amigable y las interrogantes del propio destino. Él preguntó: “¿Así que todo por lo que he pasado, todo fue por mi culpa? ¿Así que no soy digno de haber nacido, de amar a alguien? ¿No lo merezco? ¿Así que no hay nadie en este mundo que pueda reconocerme, no hay nadie que pueda amarme, y no hay nadie que respete mi espíritu?”

“Mientras te arrepientas con sinceridad… ”, dijiste.

“Así es”, fue lo que escuchó.

“¿Por qué se ha derrumbado el camello?”, se pregunta perplejo el hombre que colocó la última paja de arroz sobre la carga llena en el lomo del camello, “Esta paja de arroz es muy ligera”.

Nunca tendrás la oportunidad de comprenderlo, así como el nunca llegó a comprenderte. El no supo que tu negación no fue por prejuicio o malicia, es solo que tú tienes demasiados sentimientos innecesarios que aún no has tenido oportunidad de aprender. Él no supo que lo amas, y de la forma en que él deseaba; esto también es algo de esperar, ya que después de todo ni siquiera tú lo sabes.

Recoges un vaso roto, intentas arreglarlo, funciona reparándose por sí mismo. Entonces resbala de tus manos y vuelve a chocar contra el suelo haciéndose pedazos, eres incapaz de recogerlo. Remiel está en el baño, su sangre como una llama solidificada. No se declaró culpable, no se arrepintió, se negó a seguir negociando y mejor eligió arder en un instante hasta prácticamente dejar nada; las llamas aún no se extinguen. Sientes un dolor punzante pero las esquinas de tus ojos están secas, nunca has llorado desde que tienes memoria.

Una parte de tu corazón también se ha roto, está tan frío como el cadáver de Remiel. Te das cuenta de que quizás jamás mejorará.
FINAL MALO 4: Combustión】

*

Traducción al español: Siboney69
Traducción al inglés: PastTimer [Wattpad]

Notas de traducción:
- Esta vez hay dos citas del Levítico (que igual copypaste-e):
1) “El que cometa estos pecados, todas las personas que los cometan, serán eliminados de su pueblo”. 18.29.
2) “El hombre que se acueste con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia, los dos morirán y su sangre caerá sobre ellos”. 20.13

Comentario personal: Algo que me gusta de estos finales alternos es la reacción de Enoc. Conforme va conociendo más a Remiel, su pérdida da mayor impacto en su vida.
Ahhh, otro capítulo de mis favoritos.
¿No les rompe el corazón también? Comenzó con un “Remiel no me habla, esperemos mejore con el tiempo” y termina con un “Remiel se ha ido, mi corazón está roto y no mejorará” *llorando en una esquina*

Pero alegrémonos, que aún queda la opción A. Veamos por donde va la historia con el silencio de Enoc.

1 comentario:

  1. No había pensado en lo que dices, pero es totalmente cierto. El personaje es el mismo sólo que vive situaciones diversas, y uno puede verlo ser Enoc pero distintas facetas. Qué buena observación! En la Historia hay una especie de ejercicio/teoría, nunca lo supe bien, que se denomina historia contrafactual, se trata de pensar en el ¿qué hubiera pasado si? Nadie se lo toma en serio, según yo, pero según entiendo parte del objetivo es que si uno visualiza varias posibilidades sobre un hecho concreto eso ayuda a entender porque las cosas son como son y no podrían ser de otra manera. Ni al caso mi anotación. Jajaja. En fin, yo quiero ver a Remiel vivo porque así debe ser.

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