viernes, 19 de agosto de 2022

[Demonio a la venta] Capítulo 7

El clérigo dedica su vida a Dios, y aquellos que eligen servir a Dios no tienen permitido unirse en matrimonio.

No está bien tener relaciones sexuales con mujeres antes del matrimonio, y está mal tener sexo con hombres. Cuando por primera vez circularon los súcubos entre la clase adinerada, tu maestro también te advirtió de no tener coito con aquellos bellos y asquerosos monstruos. Pero 177 no es ni mujer ni hombre, y obviamente no se trata de un súcubo.

Nadie dijo que no podías follarlo.

Miras hacia la bañera y entonces al piso, piensas por un momento y sales del baño. Tomas un plástico y lo extiendes sobre las baldosas del baño, colocas dos capas. La manzana de Adán de 177 se mueve y la expresión de impaciencia de hace un momento ha desaparecido hasta quedar nada, lo que queda es una espacio en blanco.

Ajustas la posición de los grilletes y sacas de un tirón a 177 de la bañera, lo colocas sobre el plástico. Fijas a la columna de cemento la cadena que conecta al cuello, la tensión es moderada para que no se estrangule por un ligero desplazamiento y que tampoco salga fuera de la cubierta de plástico. Las manchas en tu túnica no son fáciles de quitar, así que te la quitas y dejas la ropa debajo de ella. Tu camisa y pantalones son de un color ligero, pero son relativamente ajustadas. Si pones atención, no se ensuciarán.

177 se arrodilla a cuatro patas, con los codos contra el suelo, como un perro. Cuando te quitabas la túnica, no te quitó la mirada de encima. Cuando te arremangaste la camisa y te arrodillaste, colocándote entre sus piernas separadas para sujetarle de la cintura, enterró la cabeza y la presionó contra su antebrazo, dejando así de mirarte.

Tu Padre, que no es tu padre biológico, es también tu maestro y se trata de un sacerdote piadoso, por lo que nunca escuchaste de su parte la historia de “los pájaros y las abejas”. En teoría, sabes de dónde vienen los bebés pero no tienes idea de cómo es el proceso a detalle. Sin embargo, por coincidencia sabes cómo follar a un demonio.

Has estado en el campo de batalla por muchos, muchos años.

La puerta se abre. Estás parado en uno de los escalones de la bodega y miras hacia abajo. Los soldados están reunidos en un círculo, jadeando como bestias salvajes, y en medio de todos está un demonio de rodillas.

«¡Maldición! ¡Está volviendo a crecer!», escuchas al soldados de en medio quejarse en voz alta, toma la escoba y comienza a clavarla entre las piernas ensangrentadas del demonio.

Ellos prepararon el plástico, los soldados no necesitaron limpiar la bodega, pero en cambio tú sí tienes que limpiar después el baño. La postura arrodillada de 177 es la correcta, y la tuya también, pero el palo de escoba es demasiado largo e incómodo de usar, lo sustituyes por la maneta del mortero para preparar medicina ya que su grosor es aproximadamente el mismo.

Cuando la maneta es presionada contra su entrada, 177 hace un pequeño sonido de tragar aire; probablemente se debe a que la maneta del mortero está hecha de piedra, a diferencia del palo de madera, y por ello tiene una superficie más fría. Los músculos del trasero están tan duros como una roca. Después de un tiempo, se relajan un poco pero la entrada sigue estando fuertemente cerrada; la maneta comienza a hundirse, pero sigue sin abrirse paso por completo. Con la otra mano, le abres las nalgas para asegurarte de que estás en el lugar adecuado y fuerzas lentamente la maneta de piedra.

Trabajas arduamente, tanto que una vez más te preguntas si el palo de madera que el soldado usó tendría en realidad algún tipo de principio misterioso. En ese momento no parecía estar usando tanta fuerza, ¿será porque los soldados tienen más fuerza? Piensas en el primer día que trajiste a 177. Su ano estaba terso y laxo, podías abrirlo con tus dedos. Ah, existe una diferencia. Follar a un demonio debe ser una actividad grupal. Si quieres hacerlo solo, tienes que invertir mayor tiempo y esfuerzo.

Sudor resbala por la espalda de 177, sus músculos están muy marcados, brillan como si hubieran sido cubiertos con aceite. Finalmente, el esfínter es abierto, aunque solo parcialmente, la maneta se queda atascada ahí como mordida por las nalgas. Sacas un poco la maneta y vuelves a presionar. Con este corto bombeo, la maneta es insertada a mayor profundidad, casi entrando por completo. 177 se arrastra hacia adelante como si hubiera sido golpeado, casi resbala y el grillete en su cuello se tensa.

Rápidamente se apoya sobre su cuerpo nuevamente y tose. Te preguntas si deberías soltar un poco la cadena pero sientes que no es necesario. Después de todo, es poco probable que lo veas ahorcándose hasta la muerte y colgando del pilar de cemento con la cadena estando tan baja. Tiras de la maneta, es esfínter que se resistía a abrir con toda su fuerza ahora se niega a soltarte de igual manera. La piedra parece cubierta con membranas mucosas y se siente como si estuviera atascada en asfalto. Cuando finalmente la sacas, la superficie de la maneta se siente cálida al tacto.

177 no pronuncia palabra.

Te das cuenta de que este debe ser un proyecto difícil, se asemeja a perforar un trozo de tierra solida. Tienes que tirar repetidas veces de ese anillo muscular, como una banda elástica demasiado apretada, y que podría necesitar de cierto desgarre. En tal caso, te tomará algún tiempo lograrlo. En definitiva esos soldados no necesitaron pensar en esto. Para ellos un demonio es un objeto consumible de una sola vez, mismo que puede encontrarse en cualquier lugar. 177 es tuyo.

Tu espíritu ha sido bendecido, ¿qué opinas?

Junto al mortero para la medicina, formando un conjunto, se encuentra una botella pequeña de aceite traslucido de efecto medicinal. Tomas la botella y aplicas el aceite en la maneta del mortero. El objeto con textura de piedra adquiere un brillo graso, la parte frontal es tan lisa como una locha de estanque. Esta vez, es mucho más fácil de entrar.

No hay duda, estás en lo correcto, las máquinas oxidadas necesitan ser engrasadas. Aplicas más aceite medicinal y con la ayuda de este líquido resbaladizo, la entrada y salida de la maneta se ha vuelto más sencilla. Tus movimientos se vuelven cada vez más intensos, de fondo hay un sutil sonido de agua que proviene de la maneta de mortero y el esfínter; en la unión se forma una pequeña capa de espuma blanca. El exceso de líquido se desliza por la entrepierna de 177.

Casi está listo, al menos es lo que tú crees. Tus ojos han estado mirando fijamente el pequeño segmento de carne que se ha revelado, el intestino rosado está un poco expuesto, atrapa tus ojos y persiste. No sabes por qué lo miras. «¿Qué tan distintos serán las entrañas de un demonio y los de un pez?» Apartas la mirada y vuelves a ver la espalda de 177. Sus músculos se tensan e hinchan cuando empujas a su interior, se mueven como olas. Piensas para ti que parece la espalda de una estatua representando el sufrimiento de Dios. Si tu Padre supiera lo que estás pensado, seguramente se sentiría profundamente herido.

Bajas la bragueta de tu pantalón, sacas tu órgano sexual y descubres que tienes una erección, como todas las mañanas. Sacas la maneta y la dejas a un lado. Has aprendido de los soldados y como ellos, frotas tu pene un par de veces, lo sostienes y lo usas como sustituto de la maneta de mortero.

Sientes un cosquilleo en tu cuero cabelludo.

Las paredes internas de 177 te envuelven; son calientes, firmes y resbaladizas por el aceite medicinal. Solo has introducido la punta y sin embargo, un intenso calor se enciende desde la base de tu espina, es tan intenso que te inquieta. Inconscientemente quieres recitar en silencio las sagradas escrituras para poder concentrarte, pero tu cintura parece tener mente propia y se impulsa hacia el frente.

En un instante, desde la raíz a la punta, tu pene queda enterrado dentro del cuerpo de 177 y sus nalgas chocan contra tus testículos. Es como si un golpe de luz chocara contra tu rostro, sientes tu cabeza rugir y una innumerable cantidad de puntos de luz blanca explotan en un espectáculo de fuegos artificiales. «Dios Omnipresente, Omnisciente…», pronuncias sin querer, el nombre de Dios hace estremecer a 177, arqueando la espalda como si fuese azotado.

La cavidad de su cuerpo se contrae, las suaves y dulces paredes internas te succionan con fiereza, y se precipita hacia tu cabeza un intenso placer que nunca antes habías sentido, explotando con fuerza. Eres un buen aprendiz, eres un buen sacerdote, no está bien ser indecente. Todas las mañanas manejas tu erección matutina con agua fría, obviamente la primera experiencia de este nivel es demasiado, incluso para ti. Escuchas el zumbido de las llamas cortando el aire, la bola de fuego del demonio aterriza a tu lado, la onda expansiva te levanta por los aires y enseguida te arroja al suelo. Estás mareado, tus ojos quedan en blanco, el zumbido en tus oídos continúa ininterrumpidamente al mismo tiempo que ves ante ti el cielo y el infierno.

Piensas de nuevo en aquel día, el grupo de soldados finalmente se percata de ti, por un momento se queda en silencio la bodega. La forma en que te miran te recuerda la vez en que apareciste ante un grupo de demonios dándose un festín. Lo encuentras interesante; la escena de un grupo de demonios rodeando el cadáver de un humano es muy similar a la escena de un grupo de soldados rodeando a un demonio.

Tu hermano sale de entre los soldados, con pánico se arregla la túnica sacerdotal y te da una horrible sonrisa. «Ah, ah, Enoc, ¿por qué estás aquí?» dice. Tú le respondes que Padre le está buscando, a lo cual él se pone aún más nervioso.

—¡Eso no es un humano! —dice, manoteando apresurado—. ¡Es solo un demonio soldado, la entidad maligna que devora a nuestros hermanos y hermanas! Esto… esto no es indulgencia; esto es un juicio.. ¡Sí, es un juicio! Han matado a nuestros hermanos, violado a nuestras hermanas, ¿no podemos hacerles lo mismo? ¡Esto es lo justo! ¡Esto es para deshacernos de esa plaga!

No dices nada pero la voz de tu hermano se vuelve cada vez más y más fuerte, como si estuviera enojado consigo mismo. Sus ojos deambulan violentamente, una furia inestable los empaña, extendiéndose como neblina.

—No le digas a Padre, ¿si? —dice en voz baja, tras inclinarse para mirarte a la cara. En su nariz hay un sudor grasiento.

Respiras con dificultad, te encuentras casi tendido sobre el cuerpo de 177. 177 también respira pesadamente, hace un momento fue azotado por las Palabras santas; el nombre de Dios también puede actuar como un exorcismo en la boca de un clérigo lo suficientemente entrenado. Lamentas esto, no fue tu intención, pero tu lengua está tan floja como tus piernas, y por un momento no eres capaz de hablar.

Un toque de dulzura aparece en tu lengua.

«No le digas a Padre», dice tu hermano. Tú no sabes por qué quiere esconderlo (el libro sagrado no dice que no puedes follar al demonio), pero aún así asientes. Tu hermano se ríe con alivio y como pensando en algo más, busca a tientas en sus bolsillos y saca un caramelo, lo mete en tu boca.

—¡Es nuestro pequeño secreto, nadie lo sabrá! —muestra una enorme sonrisa, en secreto te preguntas si sus mejillas se van a acalambrar.

Es un caramelo suave, como el chocolate, pero también es munición. Difícilmente puede llenar los estómagos de los soldados pero lo que es más importante es que estabiliza el espíritu de los soldados y los refugiados. Son muy importantes en los campos de batalla donde los suministros nunca son suficientes, así que deben ser dados únicamente a aquellos en necesidad. No tienes hambre y no necesitas tranquilizarte, así que no deberías de comer el dulce. Está mal consumirlo por placer. Sabes esto muy bien, pero a veces, cuando ves a tus compañeros rumiar los caramelos con satisfacción, sientes un deseo culpable.

—¡Come! —dice tu hermano, nuevamente intranquilo, como si tu rechazo al caramelo le molestara— ¡Come, come!

Le quitó la envoltura al dulce y enseguida lo metió en tu boca. El dulce y pringoso sabor a saborizante artificial se extiende en la punta de tu lengua. Obviamente no tienes hambre ni miedo, pero no puedes evitar sentirte feliz. Esto no está bien, pero es muy dulce. Eres reacio a masticarlo, y solo lo mantienes en tu boca. Tu hermano sonríe y te saca de la bodega. Miras hacia atrás una última vez. Los soldados también han terminado su trabajo. Le han roto el cuello al demonio y le ha disparado en la parte inferior de su cuerpo. Incluso si el cuerpo es encontrado, nadie sabrá lo que pasó antes de su muerte.

No mucho tiempo después de salir de ahí te encuentras con tu Padre. Tu hermano está muy asustado. El caramelo en tu boca aún no ha sido consumido por completo, así que tú también estás muy asustado. Rápidamente masticas el caramelo pero por la prisa te muerdes la lengua en el proceso, al mismo tiempo los trozos de caramelo te pinchan la lengua. Duele terriblemente, la dulzura desaparece por completo dejando únicamente el sabor de la sangre.

Tu boca se ha llenado de sangre, y por ello tu crimen es descubierto por tu Padre. Te castiga y te ordena que mantengas la herida en tu boca como advertencia. Durante medio mes, no eres capaz de saborear nada. Hasta ahora, nunca más has vuelto a comer caramelos.

Tus glándulas salivales producen saliva como si algo fuese a caer en la punta de tu lengua. Acaricias a 177 con la palma de tu mano; desde la espalda hasta la cintura, desde el vientre bajo hasta los muslos. Cierto impulso te hace querer inclinarte y lamerlo; desde la nuca cubierta por el cabello, y todo el camino hasta las pequeñas protuberancias de la cola. Sabes que el sudor es salado, pero piensas que 177 tendrá un sabor muy dulce, como un enorme caramelo suave.

Quieres sacar la lengua, pero tienes miedo que tenga sabor a dolor y sangre.

En cualquier caso, nuevamente tienes una erección.

Esa noche lo follas cuatro veces sobre el piso del baño, y más tarde piensas que tu mente se ha llenado con algodón. No sabes el significado de tus acciones, es solo que no puedes detenerte. Una vez que terminas, abres la cadena de 177 y te preparas para limpiarlo y lavarte tú también. Cuando levantas de un tirón a 177, este de pronto se ríe.

—Padre —ríe con mofa—. Una amable, magnánimo y piadoso sacerdote.

Esperas a que continúe pero 177 simplemente niega con la cabeza y ríe con voz ronca.

*

Traducción al español: Siboney69
Traducción al inglés: PastTimer [Wattpad]

Nota de traducción
-Mortero: “Un mortero es un utensilio compuesto de un recipiente cóncavo y una ‘maja’, ‘maneta’, ‘macilla’ o mano, para majar o aplastar los alimentos o condimentos. Usado en boticas o en la cocina para machacar semillas, especias, hierbas, etc. Pueden ser metálicos, como el almirez, de madera, de cerámica o de piedra, como el molcajete.” [Wikipedia] // Para estar segura busqué en chino algunos ejemplos de morteros de piedra. Les dejo unas imágenes con las dimensiones aproximadas… [pd.: Mis condolencias para el crisantemo del demonio…]
Mortero de cerámica.

Mortero de piedra.

Dimensiones aproximadas.

- Enoc: “Enoc es un nombre propio masculino en su variante en español. Procede del hebreo אנוך y significa «dedicado». Enoc es el único de la genealogía antediluviana del que no se dice “y murió”. Esto fue debido a que “le llevó Dios” (Génesis 5:18-24). Fue traspuesto para no ver muerte (Hebreos 11:5).
Enoc es el nombre de varios personajes bíblicos del Antiguo Testamento:
• Enoc hijo de Caín y nombre de la ciudad fundada por Caín, a la que dio el nombre de su hijo (Génesis 4:17).
• Enoc hijo de Jared, engendró a Matusalén (Génesis 5: 18-24).
• Enoc hijo de Rubén, también trascrito como Hanoc (Génesis 46:9).
• Enoc hijo de Pantalón, también transcrito como Hinoc (Génesis 46:3)
” [Wikipedia]

Comentario personal: Lo acepto, améeeeeeeee la línea final. Ah~~, como me cae bien 177… ¡y eso que no hace más que existir en el baño!.

En cuanto a nuestro protagonista-sacerdote (¡que POR FIN tiene nombre!)… vuelvo a preguntar, ¿no les parece un tanto particular su forma de pensar? Como que le falta algo se sentido común, no sé. Además, sentí lástima por el pobre demonio… el que vio recibió la tortura de un palo en el trasero, y por ende, nuestro narrador pensó que eso era lo “normal” en esto del intercourse. ¡Seguro que si tuviese ahora una escoba más corta, la habría usado! ¡Sí, de eso no hay duda!...

Ahora bien, mi duda es… en esta versión fue 177 quien hizo la pregunta y dio la “idea”, pero en el inicio, cuando 177 aún no era 177 sino un-100-sin-extremidades… ¿cómo llegó nuestro protagonista a la idea de usarlo como agujero-calentador?... me pregunto, me pregunto….

En otras noticias…
Les tengo un par de recomendaciones que me parecen interesantes.
1) Una reseña de un manga (BL) controversial. El manga en cuestión lo leí a principios de año y por la fama de la mangaka, me puse a leer sus demás obras. Algunas me gustaron más que otras.
En cuanto al manga del video (Nii-chan), bueno… el tema es fuerte. Y el video es muy extensor (poco más de un hora de duración), pero se los dejo por si les interesa.

2) Una reseña de una novela danmei que es muy buena y seguramente muchos de ustedes conocerán (Por cierto, hace tiempo que no leo algo de Priest y por ello estoy considerando comenzar Can Ci Pin, ¿qué opinan? ¿ya la leyeron? ¿les gustó?).

Y eso es todo por ahora, nos leemos en el siguiente capítulo (con posiblemente más contenido intimo entre el padre y su demonio…)

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