* * *
A menos que ella lo trajera para ser consumido.
El restaurante está completamente vació pero ella continúa. Su destino no es el espacioso comedor ni los laberínticos pasillos. Su destino está más allá, algo más profundo que esto. 329 siente el aroma de algo enfermizamente dulce. La iluminación se vuelve tenue y sensual. Sin embargo, la alfa camina frente a él con pasos rápidos y ligeros, casi saltando, como si se tratase de un conejo dirigiendo a la perdida Alicia de vuelta a su madriguera.
Por supuesto, esta es no una historia para niños.
Se detienen frente a una puerta. Se abre: al instante las luces, sonidos y aromas le asaltan los sentidos. La puerta divide dos mundos, el exterior vacío y el interior lleno. El aroma de las feromonas de alfas y omegas es tan intenso que le hace enfermar. Inconscientemente, se detiene, como un ciervo ante los faros de un coche. Pero Yasha le toma del brazo con cariño y le lleva al interior.
—¿Es eso? ¿Eso es todo lo que has traído? —dice un joven no mucho mayor que Yasha (es un alfa, por supuesto que es un alfa), su mirada recorre el cuerpo de 329.
—¿Qué? Él es fantástico —Yasha ríe sin inmutarse.
—Gustos fuera de lo común —dice una mujer alfa de veintitantos mientras acaricia al delicado omega que tiene encima —. ¿Qué es tan fantástico sobre él? ¿Resistencia? Cariño, estás siendo negligente.
—¡Para nada! ¡Me gusta mucho! —dice Yasha.
Dicho eso, empuja a 329 hacia la multitud.
Y eso es todo.
Dos betas se encargan de bañarlo con brusquedad; son un par de gemelos, altos, robustos y faltos de emociones. Le retiran toda la ropa y la piel es restregada hasta enrojecer. Le afeitan el vello púbico y listo lo presentan desnudo. 329 es tirado al piso. Cuando uno de los gemelos le toma de la cintura, es entonces que se da cuenta de todo; el trabajo de esos dos no termina en simplemente dejarlo limpio.
Ellos son los sementales en este juego, no muy distintos a 329 quien simplemente está aquí para la diversión de los demás. Las enormes vergas de esos dos se han hinchado entre sus propias manos, el tamaño es formidable. Quizás sus dueños le dieron algún tipo de mejora quirúrgica para agregar un poco más de interés al entretenimiento. Un par de manos sujetan los hombros de 329; otro par le toman de la cintura. Dedos lubricados se deslizan por su trasero, otros más por la garganta. Se atraganta. Los dedos se apartan y una verga lo folla.
Aquellos dos lo hacen de forma prolija y eficiente, como engrasar una lámpara de carne. El juego previo es demasiado breve, el lubricante mínimo. La verga colisiona dentro de su cuerpo como una barra de acero. 329 toma aliento en agonía pero los gemelos siguen en silencio. Nadie quiere escuchar gemir a los betas. Solo quieren escuchar los gritos del omega.
Si quieren que grite, será mejor que se ponga en ello.
329 abre la boca y comienza a gritar, su voz tiembla con los movimientos de los gemelos hasta que se convierten en amortiguados sonidos nasales; el beta frente a él le abre la boca y le mete la enorme verga hasta alcanzar la garganta. Los dos están de pie, uno sujetándole de los brazos y el otro tomándole por la cintura, uno follándole el trasero y el otro follándole la garganta, con ello los pies de 329 abandonan el piso, sin lugar con el que apoyarse. Las dos masas de carne hirviendo le penetran tan fuerte como pueden. Se encuentra atrapado entre dos paredes de carne. Lucha por respirar.
Un par de manos separan las nalgas exponiendo a la luz la rojiza membrana mucosa, mientras que otro par le eleva la barbilla. Los reflectores brillan sobre 329. La música a su alrededor es lánguida y sensual. Este es un espectáculo público. Las dos vergas martillean su interior, carne contra carne, los movimientos logran incluso una sensación de ritmo sincronizado. En las sombras, alguien ríe disimuladamente. El dueño de los gemelos aplaude una vez y ellos cambian de posición.
Es sacado el miembro de la garganta pero no el que tiene metido en el trasero. El beta detrás de él lo levanta en posición vertical pero sin permitirle que sus pies toque el piso. Le sujeta de las rodillas y separa la una de la otra, abriéndole las piernas lo más que puede. Esta posición hace que 329 se deslice hacia abajo, hasta quedar prácticamente sentado en la verga del beta. El beta da unos pasos hacia el frente, exponiendo ante los incontables ojos de la audiencia el lugar en donde ambos están unidos. Alguien extiende la mano y toca a 329, afiladas uñas se clavan en el cálido miembro. La sensación invasiva le hace temblar.
—Qué aburrido, obviamente está acostumbrado a ser penetrado —dice alguien con desdén—. Esto solo demuestra que los espectáculos con vírgenes son mejores.
—Los ya no vírgenes también tienen sus propios encantos —alguien dice riendo—. Si no puedes llenarlo, satúralo.
El otro beta se acerca de nuevo, presiona a 329 contra el pecho de su hermano y el gemelo dentro de 329 aprieta el agarre en las piernas. Ambos lo sostienen en el lugar como correas de una silla eléctrica.
De pronto, 329 se da cuenta de lo que están por hacer.
El miembro en su interior aún no es sacado pero el otro gemelo introduce con fuerza un dedo. El trasero, mismo que apenas estaba comenzando a adaptarse, una vez más es expandido; siendo llenado hasta el punto del dolor. 329 gime, no tanto por el dolor sino por miedo, miedo a lo que sigue.
Un dedo se convierte en dos, extendiendo la entrada, tirando para crear un poco de espacio al lado de la verga a la que envuelve. Un segundo miembro es presionado. 329 está siendo desgarrado como una bolsa de plástico demasiado pequeña. A ellos no les importa si la bolsa se va a romper o cómo aquel anillo de músculo se contrae en terror. De cualquier forma la segunda verga es introducida.
El grito de 329 es silencioso. Su boca se abre pero no puede respirar; incluso la expansión y contracción de su pecho le causa dolor. La segunda verga está dentro de él. Es demasiado, está repleto, es excesivo. Su ano está en llamas. Está siendo destrozado, aprisionado. Sus piernas patalean impotentes en el aire, como una rana clavada en una tabla.
Incluso si cierra los ojos y sostiene la respiración, el tiempo no se detiene. Ser llenado no es el fin, sino el inicio. Antes de que el público se vuelva impaciente, los artistas continúan con su espectáculo.
Finalmente, 329 comienza a gritar a voz viva.
Los gemelos comienzan a moverse. Las dos vergas llenan tanto a 329 que cualquier gran movimiento podrían exprimir a uno, así que lo penetran comenzando por leves movimientos. 329 tiembla de dolor. Desgarrándose al entrar y contrayéndose al salir. La parte inferior de su cuerpo arde en agonía. Sus intestinos se sienten como un guante medio invertido. No se atreve a mirar hacia abajo. El dolor se desliza por dentro, como si le partiera en dos.
Los movimientos de los betas se vuelven cada vez más rápidos, más fieros. A su atormentado músculo no le queda energía para resistir, no tiene fuerza para proteger sus arruinadas entrañas. Dos vergas largas y gruesas le golpean los intestinos. Él es como un recipiente con pulpa. Sangre fluye por sus muslos, uniéndose al sudor. Está repleto. Su vientre hinchado en un punto, como si algo se agitara en la cavidad abdominal a punto de abrirse paso a mordidas. La aterradora sensación de algo que empuja sus órganos le revuelve el estómago. Tiene arcadas en seco pero su estómago está vacío. Tiembla de hambre, pero está tan “lleno” que quiere vomitar.
—En serio, lo has destrozado —alguien se ríe.
—Yo creo que aún puedo hacérselo —dice alguien más—. Déjame intentar.
Los gemelos se detienen. Al retirarse de su interior, un pequeño tramo del intestino penetrado les acompaña. 329 gime. Aquel detrás de él sigue sujetándole, como un portador de espejos para la antigua nobleza. El alfa se acerca y penetra el flojo e indefenso agujero.
El miembro encuentra las heridas y presiona contra la superficie desgarrada. Duele tanto que 329 se contrae una y otra vez, casi como si estuviera dándole placer a su violador. El alfa está pulcramente vestido, con solo la cremallera bajada. Le da una cachetada a la nalga de 329 y suspira en medio de sus espasmos.
—Adecuado, supongo.
La sangre sirve como un deficiente lubricante, da una textura grasosa al penetrar. El alfa le pincha los pezones, tirando de ellos con fuerza, usa el dolor como un látigo para domesticar bestias. 329 está haciendo lo mejor posible por cooperar pero por lo visto esto no es suficiente para satisfacer al otro.
El alfa sale de su cuerpo y saca algo del bolsillo.
El nuevo diseño de las jeringas están pensadas para ser portables, ya no más una aguja larga y terrible que sobresalga; la aguja está escondida en el interior. El alfa jala a 329 del cabello, le coloca la pequeña jeringa contra el cuello y presiona.
Una picadura como de mosquito y el dolor desaparece enseguida.
Su desgarrado intestino ya no duele. Su estómago, aunque tiene espasmos por el hambre, ya no duele. Su aporreado abdomen y pinchados pezones, igual. El dolor desaparece sin dejar rastro, mientras que en cambio, es su vientre el que de pronto se siente arder. El deseo se eleva como una marea, es como si hubiese sido arrojado al celo.
No, esto definitivamente es el celo.
El medicamento para inducir el celo le da de golpe, haciéndole alcanzar su pico normal en cuestión de segundos. Es demasiado rápido. 329 gime, secreción mezclada con sangre gotea en largos hilos plateados. Su cintura cede; su entrada se abre y cierra como una boca sedienta. Si no hubiera alguien inmovilizándole las piernas abiertas, ya habría comenzado a frotarse los muslos.
—Su olor es muy débil incluso estando en celo —la voz decepcionada parece llegar desde lejos—. Así que los exiliados realmente son así después de la cirugía.
—¿Qué hay de malo en eso= —dice alguien—. De esta forma….
329 ya no puede discernir lo que dicen. Su cuerpo arde como si tuviese fiebre. Su entrada está empapada; la secreción gotea incesantemente formando un pequeño charco en el piso. Pero nadie se acerca. Nadie le toca. Le dan demasiado cuando ruega por menos y le tiran a un lado cuando suplica por más. El celo debe llegar como la marea, ola tras ola, pero esta vez es un remolino cerniéndose sobre su cabeza y 329 no tiene la fuerza para luchar.
El vacío le atormenta. Quiere ser follado, quiere las feromonas de un alfa; es como si estuviera en el desierto sediento por un oasis. Cada tipo de fluido corporal humedece cada parte de su piel, sudor, saliva, moco rectal, incluso lágrimas. 329 solloza. Su visión es borrosa. Tiembla por todas partes, tiene unas ganas inmensas de tocarse.
Le sueltan las manos y él impaciente comienza a masturbarse. Se sacude la verga, mete los dedos en su herido agujero pero no es suficiente, para nada es suficiente. Los gemelos le sueltan cuando se les indica y lo arrojan al piso.
—Si quieres ser follado, necesitas esforzarte más —desde algún lugar cercano, dice un alfa tras reírse.
Los exiliados son sometidos a un procedimiento con el que el aroma de sus celo no son capaces de hacer enloquecer a los alfas, así que el único que desciende en un infierno de necesidad es 329. Se arrastra hasta el alfa más cercano, balbuceando cosas del tipo ‘por favor, follame’. Chupa una verga. Es pateado al piso. Al final, obtiene lo que quiere. El placer de la penetración es tan intenso como un rayo; por un momento, esto aleja incluso su necesidad, otorgándole claridad y un inmenso asco por lo que está haciendo. En el siguiente instante el deseo lo esclaviza una vez más. Gime en voz alta, los dedos de sus pies se erizan en placer.
Todos sus nervios parecen concentrados en su entrepierna. En medio de un placer que derrite la columna, él se masturba hasta que su mano nuevamente es inmovilizada. El alfa se ríe en satisfacción, ordenándole cosas como, ‘agita el trasero’. Y él lo hace. Es un reto difícil, cuando la parte inferior de su cuerpo se siente anestesiada. Sus piernas tiemblan de placer; él incluso lucha por permanecer en cuatro cuando el sudor le resbala por las rodillas. El alfa se pone impaciente por sus torpes movimientos. Le agarra de la cintura y comienza a penetrarlo violentamente.
El alfa lo folla directamente en su cavidad reproductiva, sumergiéndose a través del pasaje afelpado y flojo por el celo, follándolo directamente hasta el cuello uterino. 329 grita. La sensación es tan poderosa que causa terror, como si sus órganos estuvieran siendo acariciados y sin embargo, se siente muy bien, esto no debería sentirse así de bien. Cuando el botón del alfa comienza a hincharse, todo su cuerpo convulsiona.
El botón hinchado presiona contra su próstata. El orgasmo le da de golpe, derribándolo, destruyendo cualquier capacidad de pensamiento. Ni siquiera puede cerrar l boca. Babea incontrolablemente. Sus ojos se ponen en blanco. Su cuerpo cede tras un breve momento de rigidez y se desliza hasta el suelo, como un charco de arcilla blanda. El alfa retrocede y él es jalado con él, como un perro habiéndose apareado en la calle. Ya sea porque la posición es incorrecta o porque 329 produjo demasiados fluidos, la verga del alfa sale de su cuerpo.
En las sombras, el público estalla en carcajadas. La humillación hace enfurecer al alfa y este clava una segunda jeringa en 329.
En un instante, el mundo se pone en blanco. No puede escuchar nada; no puede decir si está gritando. Le embiste una marejada de placer como ninguna otra antes sentida, le sacude y le eleva para entonces ser abatido contra el fondo del mar. Su cerebro está derretido, como si todo lo que le quedase en el cuerpo fuesen sus intertinos y genitales, como este persona fuese solo un accesorio para el sexo. 329 quiere ser follado, quiere ser follado directamente hasta el útero, quiere ser desgarrado, quiere ser follado hasta quedar hecho pulpa. Nada más importa. Solo una pequeña parte de él se resiste tercamente, acurrucada en una esquina de su conciencia, llena de horror
Aquí hay otro omega, uno que llegó antes que él. Ella está tendida en el piso no muy lejos de él, con el rostro hacia el techo, inmóvil, como un pez muerto. Su pecho no se mueve, o quizás se mueve muy débilmente, por favor, que solo se esté moviendo muy débilmente.
329 pierde la noción del tiempo, de los minutos, de las horas. Las personas entran en él pero el celo no desaparece. Grita hasta que sus pulmones quedan secos, hasta que su garganta ya no puede emitir sonido alguno. Es demasiado, muchísimo. Cuando 329 apenas y logra liberarse de la bruma, en cuatro gatea hacia la parte trasera del sofá. Sus superiores se ríen como si vieran a una hormiga huir. Es sacado por los tobillos. Alguien aprovecha el impulso para embestirlo directamente, con la verga entrando sin problemas hasta la base. La caliente asta presiona contra sus profundidades más íntimas. Es como pisar un punto de presión, de inmediato derrumbando toda resistencia de 329. Él tiembla, inconscientemente levanta las caderas, como un gato en celo. A decir verdad, eso es lo que es.
«Alto », piensa, lleno de miedo. «No, no más, sálvame». Su abrumado corazón martillea con locura en su pecho. 329 está aterrado, aterrado de morir aquí. Pero ¿quién puede saberlo? ¿quién lo creería? El omega está tan húmedo como si se hubiera orinado encima. Todo él está sonrojado, su trasero revolotea; responde con entusiasmo a quien sea que se acerque a follarlo. «Perra insaciable», le dicen.
La atención del público por fin se leja de él. Ha llegado un nuevo juguete. Finalmente, 329 puede arrastrarse fuera del escenario (toda la parte inferior de su cuerpo está adormecida, no puede poner de pie) hasta la chica en el sofá. Yasha está sentada ahí, comiendo fruta con un palillo. Ella lo trajo a este infierno, pero ella es también la única persona que él conoce en este lugar. Ambos habían hablado antes. Ella dijo que le gustaba.
«Por favor, por favor, sálvame. No dejes que me maten…» dice.
Pero no sale sonido de su boca. Está demasiado deshidratado. Ha perdido por completo la voz.
La joven alfa come su fruta, toma un trozo con el palillo. Mira a 329 con paciencia, como si le interesaba saber lo que dice. Pero en este punto, otra alfa se acera y pone un brazo alrededor del hombro de 329. Ella mira a 329 y cortésmente pregunta si puede tomarlo prestado por un momento. Suena como su estuviera preguntando si puede tomar una de las bandejas de fruta frente a ella.
—¡Adelante! —ríe Yasha—. Diviértete.
Él va a morir aquí.
*
Traducción al español: Siboney69
Traducción al inglés: Selstarry
Comentario personal: Y a mí me gustó el capítulo en donde 329 experimenta el viaje por motocicleta, su pequeño momento de libertad (de su falta de recuerdos, su posición como criminal, la gravedad…). Y aquí, al inicio cuando se encuentra atrapado a manos de los gemelos, por alguna razón recordé aquella escena y me hizo sentir triste.
Por otra parte, la traducción de este capítulo se me hizo eterna. ¡No veía fin! (¿es cosa mía o realmente este cap. es más largo que los anteriores?).
D:
ResponderBorrarNo pensé que fuera tan hard D:
Desde el comienzo quedé shockeada D:
Qué bueno que es lo que no pasó, je.
También me resultó extensa la lectura, pero creo que se debe a que podría no resultar precisamente disfrutable, o bueno, no para mí. Esperaré que las cosas mas o menos lindas vuelvan los próximos capítulos.
Gracias! 💗