Me senté frente al escritorio, y lentamente le conté a Yue Chi mi única reunión con Su Bai.
Yue Chi se sentó frente a mí, su expresión era tan estoica como un tranquilo lago. Solo cuando me escuchó describir el doloroso llanto en la base de la torre de la ciudad, fue que de pronto retrocedió.
Más tarde le dije, “Una vez tejí un sueño para ella. Si realmente deseas encontrarla, puedo otorgarte su sueño. Lo transformaré en su pasado y podemos buscarla desde sus recuerdos. Quizás así seremos capaces de encontrarla.”
“¿Qué es lo que quieres a cambio?” Levantó su cabeza y preguntó.
Pensé por un momento, y dado que no había algo que quisiera, solo pregunté, “¿La amaste alguna vez?”
Sus ojos miraron hacia abajo, protegiendo las emociones en su mirada. Pasó un largo tiempo antes de que finalmente respondiera, “Desde que desapareció hace tres años, la he estado buscando. Ah Lai me dijo que ella escapó porque no quería obedecer mis órdenes, y que ella me odiaba a tal extremo que prefería morir que verme de nuevo.”
“A excepción que,” se detuvo. Su voz permaneció sin emoción, sin embargo ahora cargaba un rastro de seguridad, “No le creí.”
“¿En qué te basas para no creerle?” Sin razón, estaba lleno de furia por su confianza y no pude evitar seguir hablando malhumorado, “Si mi maestro fuese alguien como tú, definitivamente habría huido lo más lejos que me fuese posible, y elegiría la muerte antes que a ti.”
“Eres diferente a ella.” Al escuchar mis palabras, las comisuras de su boca se elevaron en una débil sonrisa. “En mi mundo, ella es la única persona que existe. La vi crecer, y lo hice por más de diez años. En este mundo, no hay otra persona que la entienda mejor que yo. Ella me ama. Incluso si muere, ella elegiría morir a mi lado.”
Él habló sin una pizca de inseguridad. Sacando humo, apreté mis dientes, silenciosamente indignado por Su Bai. Pero lo soporté, solo puse mis ojos en blanco mientras dije, “Esta noche, entraremos en su sueño.”
“Está bien.” Él asintió sin oponerse.
Esa noche, hice los arreglos y le pedí a Yue Chi que trajera a aquella mujer que lo acompañaba; su más poderoso gu, Jue Sha, para que vigilara fuera de la puerta.
Enseguida, le hice acostarse y tejí un hilo rojo alrededor de todo su cuerpo, para entonces enlazar el otro extremo del hilo a mí alrededor. Más tarde, los dos cerramos nuestros ojos y dormimos en el asiento de bambú.
No mucho después, vi una luz brillante al frente y caminé hacia ella, solo para ver que Yue Chi ya había estado parado ahí desde hacía largo tiempo, esperando mi llegada. Conforme me acerqué, el lugar se disolvió en un campo de batalla y de inmediato me asediaron desde todas direcciones los gritos de los soldados y los furiosos gemidos de los caballos de guerra.
Asustado, me estremecí y rápidamente le pregunté a Yue Chi, “¿Dónde es esto?”
Yue Chi no habló, su mirada estaba fija en la distancia.
Seguí su mirada y vi también hacia allá, solo para encontrar a Su Bai.
Ese fue el último día que la vi en la base de la torre de la ciudad, llorando mientras abrazaba el cuerpo del joven General.
Sus sollozos eran implacables, y silenciosamente, Yue Chi y yo nos acercamos. En este sueño, los dos somos como espíritus, los demás no pueden vernos y nosotros tampoco podemos tocarlos.
Yue Chi y yo nos paramos junto a ellos dos, y pronto escuchamos al joven General decirle a Su Bai, “Joven Ama Su, nosotros, todo el tiempo.... todo el tiempo la hemos estado buscando. Ese conspirador, el Primer Ministro, odiaba al General Su.... quería... quería matarte. Pero el resto de generales de la familia Su, en esta batalla... todos han sido asesinados...”
Su Bai se paró ahí, estupefacta. En ese instante, una ráfaga de flechas atravesó los cielos y Su Bai reaccionó violentamente, liberando rápidamente de sus manos los venenosos insectos gu, permitiéndoles bloquear el ataque de las flecha.
Sosteniendo fuertemente el cuerpo del joven General, rodó por los suelos antes de saltar sobre su enorme serpiente, y navegar rápidamente a lo largo de los campos mientras huía.
La velocidad con la que logró todo esto fue inmensamente rápida, y si no fuese por Yue Chi, quien me sostuvo en un fuerte agarre mientras la seguíamos, ella hubiese desaparecido entre la multitud justo ante nuestros ojos.
Ella huyó sin detenerse en ningún momento, y en la cima de la colina finalmente logró evadir las tropas perseguidoras. Mientras jadeaba, ni siquiera había pasado un momento cuando un par de jinetes aparecieron a cada lado. Los recién llegados usaban ropa de Nanzhao.
Su Bai los miró y preguntó furiosamente entre sus rápidas respiraciones, “¿Por qué no llegaron antes para ayudarme?”
“La batalla está por terminar.” Fue la incomprensible respuesta de la otra parte.
Su Bai se congeló, justo mientras lo escuchó continuar. “¿Un Han como tú realmente ayudaría a Nanzhao? La Princesa Ah Lai ya nos dijo que tú solo deseas seducir al Maestro Gu, así que en el futuro puedes aniquilar por completo a Nanzhao.”
Sus palabras habían caído, él sacó su cuchillo y lentamente caminó hacia ella.
Sin embargo, Su Bai sonrió. Su sonrisa era débil incluso cuando sus dedos se apretaban al frío cuerpo del joven General, sus nudillos tornaron un color blancuzco por la fuerza. “¿Así que esto es lo que en realidad piensan?”
Ella comenzó a reír. “Arriesgué mi vida por Nanzhao, maté a mis compatriotas por Nanzhao, pero al final, ¿esto es lo que realmente piensan de mi?”
Finalmente, liberó a los insectos gu del interior de sus mangas y usó su gran pitón para abrirse camino, rápidamente luchando para salir de su acorralamiento. Una oleada de flechas llovió en su dirección, y su espalda expuesta fue un blanco marcado perforado por ellas. Incluso mientras escupía violentamente una bocanada de sangre, su agarre en el cuerpo de la serpiente permaneció implacable, mientras que con su otro brazo rodeaba un cadáver.
Presionando su rostro cerca de la persona muerta, dijo, “Su San, no creo en lo que has dicho.”
“Su San, incluso si nunca puedo regresar a Gran Yue, incluso si la gente común en Nanzhao me consideran una espía... aún tengo un hogar.”
“Su San, mi Maestro me dijo una vez que él me daría un hogar. Confío en él.”
Mientras decía estas palabras, sus lágrimas comenzaron a caer sobre la pálida cara de Su San, mezclándose con la sangre en sus mejillas que se deslizaban por su semblante.
No pude evitar mirar a Yue Chi quien seguía parado a mi lado.
Le pregunté, “¿Qué hacías en ese momento?”
Él no respondió, solo me arrastró consigo mientras seguíamos de cerca a Su Bai.
La luna que colgaba en el cielo era brillante, su resplandor iluminó la tierra, permitiéndome ver con claridad los ojos de Yue Chi, los cuales permanecieron endebles como las aguas estancadas en un pozo abandonado, ausentes de un rastro de emoción.
Traducción al español: Siboney69
Traducción al inglés: cathar(tic) city
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